diumenge, 17 de desembre del 2017

NO TODO EL MUNDO TRIUNFA


- ¿Y si no triunfo qué pasa?

- Quizás sería mucho más fácil definir qué es para ti triunfar.

- Pues conseguir todo lo que me propongo.

- Seguramente el triunfo pase por aprender a fallar.

Vivimos en la sociedad del éxito, de los logros, de los retos conseguidos. Donde sólo hay espacio para los ganadores, para los triunfos publicitados, para las conquistas maquilladas. Queda poco espacio para el fracaso, para los tropiezos, para los reveses. Quien no triunfa no existe, no interesa.

Nos venden un éxito rápido que nos embauca.  Al que todo el mundo tiene acceso asegurado, al que deseamos llegar sea cual sea el precio que debamos pagar. Son los otros quién marcan las tendencias, los que crean nuestras necesidades, quienes definen qué supone ganar.

Por suerte llega un día en el que aprendes que nunca llegarás a ser una experta en nada y que perderás a menudo. En el que admites que tus virtudes no son muy diferentes a las que el resto, que nunca recibirás un galardón importante o llegarás a ser una leyenda. Ese momento en el que ya no necesitas demostrar a nadie lo que vales o sientes, donde ya no te obsesiona destacar.

Y empiezas a creer en un éxito asociado al hábito, la iniciativa, la perseverancia y la disciplina. Que se construye a diario con tesón y rabia. Un éxito que descubre las cosas que en realidad importan, que invita a sobresalir de uno mismo  aceptando nuestras inseguridades y complejos.

Sin la necesidad de estar por encima de nadie, sin esperar que los otros valoren tu brillo, sin tener que aparentar. Un triunfo que te ayuda a dejar de huir de lo que te asusta convirtiéndote en el mejor de los refugios, que te enseña a quererte, a creer en la ilusión.  Que te demuestra que el número de seguidores no determina tu talento.

Triunfar es conseguir vivir sin esperar, sin exigir, sin juzgar.  Aprendiendo a hacer las cosas de corazón, agradeciendo, escuchándose a uno mismo sin miedo. Reinventándote a diario, creando oportunidades, rechazando la mediocridad. Teniendo agallas de pasar a la acción sabiendo que puedes estrellarte, inyectándole pasión a cada uno de tus proyectos.

Ganar es ser capaz de valorar cada paso, trabajando a diario, caminando con determinación ante los sueños. Atreviéndote a amar sin medida, a sentir sin controlar, a rodearte de gente que te haga mejor.

Hijo, éxito es vivir dejando de esperar, de justificar los fracasos, siendo coherente con lo que sientes. Defendiendo las propias decisiones, sin prejuicios ni pretextos. Aceptando los desengaños, la vulnerabilidad, las pérdidas.

Triunfar es ATREVERSE a VIVIR.

dilluns, 11 de desembre del 2017

TODOS QUEREMOS QUE ALGUIEN VUELVA

- ¿Qué haces tú cuando echas mucho de menos a alguien que ya no está?

- Intento recordar qué era lo que más me gustaba de él.

- ¿Y eso te hace estar menos triste?

- Eso me ayuda a saber la suerte que tuve de poder tenerlo en mi vida.

A todos nos gustaría que alguien volviese, aunque fuese sólo por unos instantes. Para volver a compartir una sobremesa, para podernos fundir con él en un silencioso abrazo, para poder susurrarle al oído que sientes más miedo desde que se fue.

Para poder confesarle que aún sigues necesitándole como cuando eras pequeña, para pedirle que vuelva a explicarte aquella historia que tanto te hacía reír, para que pueda abrazar a tus hijos. 

Aunque sólo sean unos minutos para poder agradecerle lo mucho que creía en ti, que te escuchase sin tener que pedírselo, que no se cansase de repetirte que tenías talento. Para decirle todo lo que no te atreviste a confesarle, para que pudiese ver en lo que te has convertido gracias a sus consejos. 

Para volver a sentir sus gestos, sus palabras de coraje, sus caricias.  Para poder decirle te quiero, para explicarle que lo añoras todos los días.

La muerte es una parte ineludible de la vida pero eso no consuela. Nadie está preparado para perder a alguien que quiere, para sentir su vacío, para añorar su olor. Para sentir su pérdida cada vez que miras su lado de la mesa.

Para ver sufrir a todos los que como tú le añoran, para explicar a un niño que nunca volverá a ver a su abuelo, para perder a un padre, un hermano o un amigo. Nadie está listo para que la vida le pegue tan fuerte sin opción a réplica, para que te robe la posibilidad de acompañarle en sus últimos momentos, para entender porqué una enfermedad te lo roba sin casi avisar.


Dicen que nada enseña más que la muerte, que es una gran maestra. La muerte nos hace reestructurar la vida, nos enseña una nueva forma de exprimirla, de sentir. Nos recuerda nuestra torpeza a la hora de llenar nuestros días de excusas y postergas. Nos recuerda la importancia de centrarnos en lo que realmente importa, nos invita a ponerle nombres a las estrellas.

A la muerte hay que enfrentarse sin maquillar el dolor, sin edulcorar lo que sentimos. Hay que llenarla de verdad, de sencillez. Se la acompaña compartiendo el llanto, respondiendo preguntas, sin miedo a recordar. Aceptando nuestra vulnerabilidad, dejando de esperar que las cosas pasen, sin temer sentirnos vivos, de forma intensa, sin miedo. Sabiendo perdonar sin estar anclado al pasado, mirando al futuro con ilusión.

diumenge, 3 de desembre del 2017

NO TENGAS MIEDO

- ¿Qué hay que hacer cuando uno tiene miedo?

- Intentar ponerle nombre.

- ¿Y si no sabes de dónde viene?

- Atacarlo sin retroceder un solo milímetro.

Todos tenemos miedo. Con formas, nombres o trajes diferentes pero todos lo sentimos. Miedos que arrastramos desde pequeños o que van apareciendo en nuestro camino. 

Miedo a perder lo que uno ama, a no estar a la altura, a ser juzgado. A no convencer a los que mandan, al fracaso o a lo desconocido. A los imprevistos, al que dirán, a las estúpidas discusiones. A sentirnos vulnerables, poco capaces o a no tener suficiente talento.

Miedos producidos por nuestros errores, frustraciones o complejos. Por nuestra manera equivocada de ver las cosas, de escuchar el alma, de querernos. Algunos nos los contagian y otros torpemente nos los creamos.

El miedo nos hace pequeños, detiene nuestro impulso. Roba nuestros sueños, nos hace diminutos. Llena de obstáculos nuestros días, contamina nuestro tiempo, nos instala en un laberinto. Nos colma de reproches, de tristeza, de llanto. Hace que nos sintamos extraños en nuestro propio cuerpo, que el alma nos pese, saca nuestra peor versión.

Difumina nuestros proyectos, nos seduce a abandonar nuestro empeño. Nos confunde, paraliza y nos encoge por dentro. El miedo nos limita, sabotea nuestras emociones, se adueña de nuestra sonrisa. Sutilmente nos recuerda que quizás no seamos suficientemente buenos.

Inútilmente invertimos nuestra energía en evitarlo olvidando que lo más importante es nuestra actitud ante él. Postergamos mirarle cara a cara sin importarnos que sea la brújula que marca nuestros pasos.

La única forma de ganarle es ir a por él, sin medias tintas ni excusas. Pegándole con rabia, intimidándole para que vea que ya no tenemos miedo a decidir, a coger las riendas.

Rompiendo con todos los moldes que no han funcionado hasta el que el momento, reconociendo lo que nos inmobilizaba, entendiendo que la cobardía es la peor compañera de viaje. Haciéndonos inmensos, creciendo ante las adversidades. Luchando contra el miedo admitiendo nuestros defectos, ajustando nuestras metas, buscando nuevos aliados. Queriendo nuestras rarezas, asumiendo riesgos, buscando respuestas.

Y cuanto más le atacas más diminuto se hace, más tímido y cobarde. Porque se da cuenta que ya no huyes, que ya no utilizas pretextos baratos, que contra más te quieres menos le temes. Y logras borrar el dolor que te ha causado al saber cuántas puertas ha sido capaz de cerrarte, los planes que ha envenenado, las ilusiones que te ha estafado.

Ahuyentándolo, colisionando contra él con fuerza, identificando tus ridículas ansiedades. Sin achicarnos, sin darle tregua. Probando, cayendo, aprendiendo. Admitiendo que el miedo va a acompañarnos toda la vida ganemos o perdamos.

Hijo, el cobarde es el que no se enfrenta al miedo no el que no lo supera. Serás feliz el día en el que seas consciente que todo lo que quieres está justo detrás él.