dissabte, 28 de setembre del 2019

ESO NO ES EDUCAR

Ha empezado un nuevo curso escolar y con él las carreras, los horarios enloquecidos, las clases y las extraescolares. Vuelta a las aulas donde nuestros hijos y alumnos se enfrentarán a nuevos y apasionantes retos educativos. 

En ocasiones, como padres o maestros, nos obsesionamos con que aprendan el máximo número de contenidos y procedimientos sin interrogarnos sobre si esos aprendizajes les van hacer competentes para vivir en una sociedad cambiante como la nuestra. 

Una educación en ocasiones obsoleta que olvida enseñarles las competencias necesarias para vivir en equilibrio, para saber escuchar y descifrar emociones, para conseguir ser perseverantes, agradecidos y capaces de superar los tropiezos que la vida nos regala a diario.

A menudo seguimos repitiendo torpemente los mismos errores a la hora de EDUCAR:

- Creer que EDUCAR consiste en "llenar" de contenidos. La educación debería centrarse en DESPERTAR, en contagiar las ganas de aprender, de descubrir, investigar o crear.

- Establecer EXPECTATIVAS desproporcionadas hacia ellos que les ahogan y les etiquetan. Sin respetar ritmos de aprendizajes, sin conseguir hacerles protagonistas del proceso, sin escuchar sus necesidades.

- Creer que en la educación existen ATAJOS, fórmulas mágicas. Seamos pacientes, establezcamos objetivos a largo tiempo, aprendamos de la experiencia.

ALLANAR el camino para evitar que se equivoquen. Dejémosles caer, probar, aprender útilmente de cada tropiezo. Evitemos la sobreprotección haciendo del error un gran maestro.

- Olvidar lo maravilloso que es ser un NIÑO privándoles del tiempo para JUGAR. No abarrotemos sus agendas  de actividades, regalémosles tiempo para crecer sin prisas, compartamos tiempo de calidad. 


- Ignorar o minimizar los SENTIMIENTOS. La educación emocional debe ser la columna vertebral de nuestra educación. Enseñemos a ponerle nombre a aquello que les pasa, a expresar las dudas o miedos, a compartir lo que sienten o necesitan.

OÍR sin ESCUCHAR, la comunicación debe ser un pilar en la educación. Aprendamos a conversar con ganas de entendernos, a darle valor a las palabras, a escuchar de forma empática. 

- Actuar en función de nuestro ESTADO de ÁNIMO, hablando y actuando de forma diferente. Seamos coherentes con el decir y el hacer, evitemos la disparidad entre los adultos, trabajemos en equipo. Convirtámonos en el mejor de los EJEMPLOS.

- Educar SIN LÍMITES y RESPONSABILIDADES. Hagámosles responsables de sus decisiones, motivémosles a asumir riesgos y analizar sus consecuencias, enseñémosles a vivir en sociedad.

- COMPARAR constantemente a nuestros hijos o alumnos provocando celos, envidias y baja autoestima. Cada niño merece ser educado de forma individualizada, dando respuesta a sus necesidades, haciéndole sentir único, creyendo en él.

Ojalá este curso escolar seamos capaces de acompañar sin condición, crear las condiciones necesarias para inspirar a  todos nuestros pequeños el deseo de aprender sin olvidar que la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo.

dissabte, 21 de setembre del 2019

EL ARTE DE EQUIVOCARSE

HIJO/A ALUMNO/A:

Ojalá te digan muchas veces que NO.

Ojalá les cueste creer en tu talento.

Ojalá tardes en encontrar tu vocación.

Ojalá tengas que empezar de cero en más de una ocasión.

Ojalá te equivoques a menudo. 

Ojalá sientas que en ocasiones has hecho el ridículo.

Ojalá toques fondo, te sientas roto.

Ojalá la vida te ponga contra las cuerdas y aprendas inteligentemente del achuchón.

Ojalá alguien nos explicase desde bien pequeños que la VIDA va de eso, de fallar, aprender y volverlo a intentar. Que a menudo las dificultades acaban convirtiéndose en grandes maestros, que cada NO que encontramos en el camino puede convertirse en una nueva oportunidad. Que después de la tormenta llega la calma si tienes paciencia y trabajas para ello.

Que poco tiempo dedicamos en ocasiones a hablar con nuestros hijos o alumnos de las caídas, los fracasos, de las salidas de tono. Que poco les enseñamos a perder, a fallar útilmente, a aceptar el error de forma constructiva. A convivir con la derrota, a aceptar que no siempre es fácil conseguir lo que deseamos, a aceptar que hay cosas que no dependen de ti.

Ojalá existiese una asignatura en todas las escuelas y hogares que enseñase el ARTE DE EQUIVOCARSE, el de encajar golpes. Que explique que la vida no es sencilla ni previsible,  que nos ejercite a creer en la voluntad y el empeño, en el trabajo y la constancia, a aceptar la vulnerabilidad. 

Una educación que desarrolle las estrategias necesarias para superar los tropiezos, para saber reconstruirnos cada vez que nos rompemos, para dejar de culparnos cuando no hemos sabido estar a la altura.

Que enseñe a vivir en el aquí y el ahora con honestidad y agradecimiento. Una materia que nos entrene en perseverancia y valentía,  que nos enseñe a pedir ayuda siempre que haga falta, a tomar decisiones sin que nos tiemble el pulso, a asumir responsabilidades. Que nos prepare a crecer sin excusas ni postergas, a poner el foco en lo importante, a asumir retos eligiendo los mejores aliados.

Ojalá pongamos de moda en la educación la práctica del error, el arte de la equivocación, la maestría de saber encajar golpes con.

dimarts, 3 de setembre del 2019

GENTE QUE VALGA LA PENA



Empieza septiembre y con él las prisas, los malabarismos para conciliar, el pasar de 0 a 100. Atrás quedan los días con sabor a sal, las rutas a pie, los juegos entre carcajadas y los helados al atardecer.

Si algo caracteriza este mes es la vuelta al cole de nuestros pequeños y con ella nuestra preocupación por los contenidos y procedimientos que deberían aprender. Dejándonos arrastrar por una sociedad donde prima la competitividad, en ocasiones establecemos sobre ellos niveles de exigencia desproporcionados que únicamente generan estrés y frustración. Aceleramos aprendizajes y competencias para las cuales aún no están preparados y les hacemos cumplir horarios de adultos con mil y una extraescolar.

Ojalá este curso escolar las familias y la escuela fuésemos capaces de educar de la mano, con pausa y sentido común. Priorizando una educación que enseñe competencias para vivir en equilibrio, para saber descifrar las emociones, para conseguir ser perseverantes en la persecución de los sueños.

Estando presente, acompañando sin condición, facilitando experiencias que fomenten aprendizajes motivadores que alimenten las ganas de aprender. Siendo capaces de respetar ritmos, maneras de sentir y ver, convirtiéndonos en el mejor de los ejemplos.

Ojalá consiguiésemos que el principal objetivo de la educación fuese que nuestros hijos se conviertan en GENTE que VALGA la pena. La gente que vale la pena huele a amabilidad, a esperanza, a caminos por descubrir. No necesitan la aprobación de los otros para tener motivos para sonreír, para brillar, para creer.

La gente que merece la pena creen en el poder del sentido del humor, de los abrazos y las palabras. Son nobles, transparentes, conectan con la emoción. Dejan huella en los demás, transmiten serenidad, ayudan sin esperar nada a cambio.

La gente que merece la pena no buscan protagonismo ni necesitan likes. No venden sus vidas en busca de reconocimiento ni simulan ser algo que no sienten. Inspiran, cumplen sus promesas, no necesitan golpes de suerte para ser feliz.

La gente que merece la pena no juzgan ni comprometen. No intentan imponerse, se adaptan, aceptan, confían. Celebran los éxitos ajenos, elogian, empatizan. Agradecen y valoran los cumplidos, se equivocan sin culpar a los demás.

Demuestran, convierten lo ordinario en extraordinario, creen en la magia de las casualidades. Las personas que merecen la pena arreglan sus errores con trabajo y esfuerzo, se muestran inconformistas, toman decisiones y se quieren sin condición.

La gente que merece la pena saben lo que quieren y van a por ello sin titubear. Dicen lo que piensan y hacen lo que dicen. Bailan ante las adversidades, impregnan de optimismo, de intención. De valentía, confianza e ilusión. Dan sin esperar recibir, actúan de corazón. 
Las personas que merece la pena hacen del fracaso el mejor de los aprendizajes, batallan por sus retos, creen en su intuición. Se enorgullecen de sus cicatrices, de sus arañazos, de lo que  aprenden cada vez que la vida se les complica.
Ojalá este curso escolar consigamos grandes y pequeños desarrollar las competencias y aptitudes necesarias para ser GENTE que MEREZCA la pena conocer. ¿Empezamos?