Yo sí que creo en los héroes. No en
aquellos héroes que llevan capa y tienen
súper poderes sino en los héroes de verdad. Los héroes mortales que intentan
pasar desapercibidos y dedican sus esfuerzos a hacernos la vida mucho mejor.
El domingo debería correr mi cuarta maratón de Barcelona. Es sin duda la
distancia en la que me siento más cómoda. Soy maratoniana de corazón. La
distancia de Filípides me hace feliz. La constancia que me exige, la
perseverancia, la confianza que debo tener en mi misma, me hace crecer a lo
largo de los meses de su preparación.
Este año no ha podido ser. Las lesiones no me han permitido prepararla con el
respeto que se merece y por eso decidí no inscribirme a ella. Sin duda habrá
muchas más. Sólo hace falta seguir siendo paciente.
Pero si la correrá una de mis héroes personales. No diré su nombre porque
sé que a ella no le gustaría. Es la persona más tenaz que conozco. Le hubiera
sido muy fácil tirar la toalla en cientos de ocasiones. Ella sigue calzándose sus
zapatillas diariamente; llueva, haga frío o las temperaturas sean altas. A las
5:30 de la mañana siempre realiza su entreno. Corto pero intenso. Es la persona
más sencilla que conozco, bondadosa y
humilde. Su enfermedad no ha podido con ella. Cada día me da una lección.
El domingo volverá a disfrutar de las calles de Barcelona. Sin importarle
el ritmo, el tiempo ni la posición. Sin duda será una de las corredoras que más
la disfruten. Sus zancadas constantes le llevaran a alcanzar su gloria. El deporte en estado
puro.
Sólo desearle toda la suerte del mundo. Sólo pedirle que continúe estando a
mi lado, que me siga animando a desinstalarme.
Gracias por hacerme cada día un poco mejor.