Nos empeñamos a creer que educar es atiborrar a nuestros hijos o alumnos con el mayor número de contenidos, de procedimientos a ejercitar o conceptos por memorizar. Nos obsesionamos con la idea que lo más importante es la cantidad de aprendizajes que puedan llegar a absorber o los títulos que puedan conseguir.
Dedicamos todos nuestros esfuerzos en buscar el mejor método para enseñar, las mejores estrategias para explicar. Enseñamos preocupados por cumplir con el currículum o los ránkings que etiquetan.
Ninguno de nuestros esfuerzos darán sus frutos si olvidamos que la CONFIANZA debe ser el pilar fundamental para EDUCAR. Nuestros pequeños necesitan adultos que CREAN en ellos sin condición, sin peros ni porqués.
Compañeros de viaje que CONFÍEN a fuego en sus posibilidades, que les ayuden a descubrir sus talentos, que les inciten a ser unos inconformistas cuando persigan sus sueños.
Adultos que demuestren su afecto, que crean en sus intentos, que los acepten de forma incondicional. Que les dejen el tiempo necesario para aprender, para errar, para volver a empezar. Que contesten sus dudas con paciencia, que les animen a hacerse preguntas.
Ninguno de nuestros esfuerzos darán sus frutos si olvidamos que la CONFIANZA debe ser el pilar fundamental para EDUCAR. Nuestros pequeños necesitan adultos que CREAN en ellos sin condición, sin peros ni porqués.
Compañeros de viaje que CONFÍEN a fuego en sus posibilidades, que les ayuden a descubrir sus talentos, que les inciten a ser unos inconformistas cuando persigan sus sueños.
Adultos que demuestren su afecto, que crean en sus intentos, que los acepten de forma incondicional. Que les dejen el tiempo necesario para aprender, para errar, para volver a empezar. Que contesten sus dudas con paciencia, que les animen a hacerse preguntas.
Padres, madres o profesores que consigan que se sientan especiales, únicos. Que les empoderen y les repitan a diario que con trabajo y perseverancia van a ser capaces de conseguir todo aquello que se propongan.
Una CONFIANZA que impulse, que les haga sentir poderosos, que les de alas para caminar solos. Con grandes dosis de cariño, de paciencia y comprensión. Con miradas cómplices que empujen, abrazos que espanten miedos, besos que protejan.
Nuestros pequeños necesitan educadores que les encorajen pase lo que pase, hagan lo que hagan. Que les entrenen en la valentía, en ser capaces de creer en su intuición, que les enseñen a creer en ellos mismos. Que les demuestren que ganan cada vez que son capaces de intentarlo.
Una CONFIANZA que impulse, que les haga sentir poderosos, que les de alas para caminar solos. Con grandes dosis de cariño, de paciencia y comprensión. Con miradas cómplices que empujen, abrazos que espanten miedos, besos que protejan.
Nuestros pequeños necesitan educadores que les encorajen pase lo que pase, hagan lo que hagan. Que les entrenen en la valentía, en ser capaces de creer en su intuición, que les enseñen a creer en ellos mismos. Que les demuestren que ganan cada vez que son capaces de intentarlo.
Unos referentes que les enseñen que no deben avergonzarse por lo que sienten o piensan, que les feliciten cada vez que se muestren osados, que brinden oportunidades para aprender. Que contagien seguridad, aprecio y respeto.
Una CONFIANZA que de alas para pensar y decidir, para probar y liderar, para tropezar y volverlo a intentar.
Una CONFIANZA que de alas para pensar y decidir, para probar y liderar, para tropezar y volverlo a intentar.
CONFIAR es la mejor manera de demostrar lo mucho que se ama.