dijous, 27 de febrer del 2025

Las seis habilidades esenciales que tu hijo adolescente necesita desarrollar

 Un joven que entrene atributos como la empatía o el pensamiento crítico propiciará su éxito personal, social y laboral porque podrá comunicarse de forma efectiva, superar con autonomía las dificultades o tomar buenas decisiones.

Todas las familias desean que sus hijos sean felices, que consigan aquello que se propongan y tengan éxito. Que obtengan buenas calificaciones en la escuela, muestren una actitud positiva delante de los aprendizajes, pregunten dudas, realicen las tareas en casa, se esfuercen y avancen en todas las materias. En la adolescencia esta preocupación se intensifica porque se ve muy cerca el paso a los estudios superiores, que serán claves para que el joven pueda elegir la profesión a la que le gustaría dedicarse y encontrar un trabajo. Que domine diferentes lenguas, desarrolle destrezas matemáticas, controle la física, el dibujo, la biología, la filosofía o la historia sin duda será importante, pero si deseamos que consiga un éxito verdadero en su vida personal, social y laboral deberá desarrollar las essencials skills (habilidades esenciales, en español).


Unas habilidades fundamentales que le permitirán transferir lo aprendido a todos los ámbitos de su vida de manera eficaz y desempeñarse en el nuevo contexto laboral que le va a tocar vivir marcado por la digitalización o la globalización del mercado. Unas destrezas comunes para todos los empleos, responsabilidades y sectores de actividad que le proporcionarán la base para el aprendizaje de todas las demás competencias y le permitirán evolucionar tanto en el contexto formativo como en el laboral.


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Consensuar límites, eliminar los interrogatorios y otras claves para educar a un adolescente

 Si el joven siente que no se respeta su intimidad, no se tienen en cuenta sus opiniones, sugerencias o deseos, o que no se confía en él, será muy complejo establecer un vínculo basado en el respeto y el amor incondicional

Educar a un adolescente es una tarea sumamente compleja. Lograr acompañarle con serenidad y empatía se convierte, en ocasiones, en una misión casi imposible para las familias. Al igual que comprender el funcionamiento de su cerebro, inmaduro y reactivo, que se encuentra en un proceso de total transformación que le hace actuar de forma poco reflexiva y eficaz. Que no está preparado aún para planificar, organizar, anticiparse a los problemas y tomar decisiones correctamente. 



Quien convive con un adolescente es consciente de lo agotador que resulta vivir entre conflictos casi constantes, negociarlo todo, mantener la serenidad ante los errores. Conseguir que su habitación se mantenga con un mínimo de orden y que asuma sus responsabilidades sin tenérselo que recordar cientos de veces. Acompañar emociones intensas que se desbocan con mucha facilidad o intentar no contagiarse de los cambios de humor que el joven tiene y que le hacen pasar de la risa al llanto sin poder entender muy bien por qué.

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