- Gracias mamá.
- ¿Sabes? me haces realmente feliz, eres muy especial.
- ¿Lo crees de verdad mamá?
- No lo creo, lo siento. Te quiero mucho.
- Yo también a ti mamá. ¿Y nunca dejarás de hacerlo?
- Lo prometo. Nunca dejaré de sentirme la mujer más dichosa del mundo por tenerte a mi lado.
- ¿Cumplir diez es mucho mamá?
- Son los suficientes para darte cuenta que lo importante en esta vida es la dirección en la que vivas, no importa a la velocidad que lo hagas.
- ¿Sabes? me haces realmente feliz, eres muy especial.
- ¿Lo crees de verdad mamá?
- No lo creo, lo siento. Te quiero mucho.
- Yo también a ti mamá. ¿Y nunca dejarás de hacerlo?
- Lo prometo. Nunca dejaré de sentirme la mujer más dichosa del mundo por tenerte a mi lado.
- ¿Cumplir diez es mucho mamá?
- Son los suficientes para darte cuenta que lo importante en esta vida es la dirección en la que vivas, no importa a la velocidad que lo hagas.
Una década, todos los dedos de ambas manos, dos lustros, 3652 días, 87.648 horas en la que me convertí en mamá. Una noche calurosa de julio la vida me regaló a mi primer hijo, lo esperábamos tres semanas más tarde. Pol llegó para descubrir mi verdadera vocación: ser mamá, sin duda el mejor oficio del mundo, aquel que me ayuda a ser cada día mejor persona y me hace desaprender a diario. El único amor que nunca se equivoca.
Quien nos conoce sabe que volví a nacer de su mano, que su llegada fue convulsa pero que, con el paso de los años, he aprendido que exactamente eso nos ha hecho mucho más fuertes. Treinta y ocho puntos en mi cuerpo me recuerdan a diario que la vida me brindó una segunda oportunidad. Ahora ya miro esa cicatriz y logro sonreír, fue nuestra puerta a la vida, la mejor manera de aferrarnos a ella con uñas y dientes. Seguimos teniendo una conversación pendiente, llegará cuando ambos lo necesitemos.
Diez años donde firmamos un pacto para toda la vida, repletos de magia, de aprendizaje, de momentos dulces y sinsabores. Momentos en los que en ocasiones me cuesta aceptar lo rápido que crece, sus ganas de volar, su capacidad crítica, el mamá yo ya soy mayor. Paciente, mesurado, consciente, cariñoso, sensible y algo cabezón. El color verdoso de tus ojos reflejan su inocencia, su honestidad. Fiel a lo que siente, consciente de lo que le limita, trabajador nato.
Hijo perdóname las ocasiones en las que no he sido capaz de estar a la altura, por no haber sabido leer entre lineas algunas de tus emociones, por perder los nervios en más de una ocasión. Por exigirte cuando no debía hacerlo, por olvidar valorar algunos de tus progresos, por no saber siempre verbalizar lo mucho que te quiero y lo orgullosa que me siento de ti. Suerte que la vida nos permite cada amanecer seguir avanzando, aprendiendo y sintiendo, porque tú y yo crecemos de la mano.
Ojalá sea capaz de llegar a enseñarte a decir lo que sientes, a sentir lo que digas. A conectarte con la vida sin miedo, buscando el riesgo, la máxima emoción. A disfrutar cada segundo de lo que te apasiona, a aceptar cada uno de los retos que el camino te regale. A no esperar nada a cambio, a hacerle un guiño a la vida cada vez que te lo exija, a hacer de cada tormenta un cielo azul.
No permitas jamás que nadie te quite el coraje, la esperanza, la ilusión. Arriesga siempre para poder ganar, desaprende cada día, actúa siempre como si fuese la última vez que te dan una oportunidad. Di lo que sientes, pide lo que necesites, exige el respeto, di no sin miedo al enfado.
Nunca te acuestes sin aprender algo nuevo, sin preguntar cada una de tus dudas, sin escribir cada uno de tus deseos. Vive exactamente donde converjan tus sueños y no escuches a los que no están preparados para ser valientes, a los que sólo ven piedras en el camino. Quiere sin disimulo, apuesta sin miedo, prueba, juega, yerra, cae y vuelve a empezar. Lánzate al vacío, sólo los osados consiguen su laurel.
Prometo, cuidarte, comprenderte, protegerte, acompañarte de la mano en cada uno de tus sueños, convertirme en el mejor de los ejemplos. Te ofrezco mi ternura, toda mi comprensión. Pero hijo ya sabes que mamá nunca te justificará tus errores, ni evitará tus miedos ni solucionará tus problemas. Me negaré a hacerte algo que puedas hacer tú con tus propias manos, no te daré nunca nada que no hayas deseado. Te exigiré ser responsable y potenciaré tu autonomía. Te educaré en la libertad.
Los próximos te seguiré enseñando a pedir las cosas por favor, a dar las gracias, a saludar con una sonrisa, a ser paciente y agradecido. A aceptar un no por respuesta, a cuidar de tus seres queridos, a hablar con respeto, a saber cuando debes parar. A pedir perdón cuando hayas errado, a comprometerte con tus promesas, a superar la frustración, a cooperar y compartir. Potenciaré en ti el sentido del humor, te enseñaré lo importante que es relativizar.
Pol, no tengo la menor duda que lo mejor aún está por venir, que siempre estaré orgullosa de todo aquello que consigas. Recuerda siempre que no tienes que ser mejor que los demás, sólo tienes que ser mejor de lo que piensas que puedes ser.
Feliz cumpleaños hijo, gracias por hacerme tan feliz.
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