dimecres, 10 de maig del 2017

QUIÉRETE BIEN ADENTRO

¿Por qué hay días que no nos vemos guapos cuando nos miramos al espejo?

- Porque olvidamos de mirarnos con ternura.

- ¿Y qué podemos hacer para sonreírnos siempre?

- Debemos aceptarnos sin peros ni pros.

- ¿Aunque hayan cosas que no nos gusten de nosotros?

- ¿Alguien ha dicho que debemos ser perfectos?

La autoestima es uno de los factores claves en el bienestar emocional de nuestros pequeños, pilar  fundamental en su desarrollo personal y social. De ella dependerá la creación de un buen autoconcepto y una adecuada respuesta emocional.

La clave de una buena autoestima radica en que nuestros hijos se sientan queridos, respetados y valorados. Somos el espejo en el que se miran a diario y por esta razón es imprescindible que les retornemos una imagen positiva, sin matices ni distorsiones. Debemos conseguir que nuestros hijos se sientan únicos, valiosos, capaces de todo.

Una adecuada autoestima será fundamental para conseguir un apropiado desarrollo personal, una buena adquisición de los aprendizajes, el establecimiento de relaciones positivas con el entorno y sobretodo la construcción de la propia felicidad. 

La autoestima se construye día a día a partir de las experiencias y las relaciones personales de confianza y estima. Un niño con buena autoestima es seguro, valiente y tiene una buena tolerancia a la frustración. Se siente especial, útil, responsable, orgulloso de sí mismo y feliz.

 La autoestima es un tesoro muy frágil, ¿cómo podemos ayudar a nuestros hijos a construirla?

1- Creemos un buen VÍNCULO, una base afectiva segura. Seamos una fuente de confort, seguridad y protección para nuestros pequeños. Consigamos que sientan que les acompañamos sin CONDICIÓN y les queremos sin sobreprotegerlos. Demostrémosles amor y afecto a diario, dedicándoles tiempo de calidad. No nos cansemos de decirles lo MUCHO que les queremos y lo importante que son para nosotros.

2. Ajustemos nuestras EXPECTATIVAS a los hijos que tenemos y no a los que nos gustaría tener. Aceptémosles de forma incondicional sin excusas ni reproches. No les ahoguemos con nuestro excesivo nivel de exigencia, no deseemos hijos perfectos sino FELICES.

3. FELICITÉMOSLES por todo los que son capaces de conseguir a diario, utilizando un lenguaje positivo, hagámosles conscientes de todas las fortalezas y capacidades que poseen. CONFIEMOS en ellos, respetemos sus intereses, necesidades y ritmos para aprender.

4. Trabajemos a diario la TOLERANCIA a la FRUSTRACIÓN, la aceptación del error como parte esencial del aprendizaje. Enseñémosles a relativizar los fracasos, animémosles a tomar decisiones y resolver problemas asumiendo las consecuencias de sus decisiones. Establezcamos límites claros y cumplamos nuestras promesas.

5. Eliminemos las ETIQUETAS, las COMPARACIONES, los mensajes en negativo, las frases condenatorias. Pongamos atención no sólo a lo que les decimos sino al cómo lo decimos. Realicemos críticas CONSTRUCTIVAS siempre referidas a las acciones y no a la personalidad.

6. Eduquémosles en la cultura del AGRADECIMIENTO, enseñémosles a valorar todo lo que tienen en sus vidas, a dar las GRACIAS. Hagámosles conscientes de sus conversaciones interiores.

7. Animémosles a iniciar nuevos RETOS, a tomar la iniciativa en sus vidas, a asumir riesgos. A apostar por ellos a fuego, a que vivan fuera de su zona de confort.

8. Seamos el mejor ESPEJO, un ejemplo positivo que arrastre a soñar grande, a sonreírle a la vida. Recordemos que nuestros hijos no siempre nos escuchan pero si nos observan. Aceptemos nuestras propias imperfecciones, pidamos perdón cuando sea necesario, crezcamos de la mano junto a ellos.

Seamos capaces de conseguir que nuestros hijos se quieran con AVARICIA, que se miren con valentía al espejo, que se hablen con palabras bonitas.Que pisen sin miedo, que se sientan inmensos.

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