Recuerdo como de pequeña me gustaba ver, una y otra vez, la película de Alicia en el país de las
maravillas. Me llamaba extremadamente la atención cuando el sombrerero loco, la
liebre y el lirón invitaban a la inocente niña a celebrar el día de su NO cumpleaños. Les explicaban, por
medio de una pegadiza canción, la importancia de celebrar todos los días del
año como si fueran días festivos, únicos, dónde siempre se puede encontrar un
motivo para celebrar algo, para sonreír. La niña asombrada preguntaba por qué
hacerlo y ellos divertidos, incitadores y bravucones, le explicaban que el
tiempo pasado no se puede a recuperar y que por esta razón había que explotar
al máximo cada día para ser feliz. El
conejo invitaba a Alicia a seguirle para llegar
al país de los descubrimientos.
Mis hijos me recuerdan a diario esta
metáfora. Me enorgullece que para ellos todos los días sean especiales. Una
llamada de una tieta, una visita inesperada, comer una pizza o una partida de
ajedrez con su abuelo, les hacen las personas más felices del planeta. Envidio
en muchas ocasiones su capacidad de sonreír, de dar la importancia justa a las
cosas, de su optimismo y vitalidad. Me
apasiona la manera que tienen de entender la vida, su pasión por los nuevos desafíos.
Ellos son capaces de disfrutar de un
largo abrazo, de ver volar una preciosa mariposa o de hacer burbujas debajo el
agua. Tienen una inagotable predisposición a la aventura, una vitalidad que les
hace llegar a todo lo que se proponen, entienden que la vida hay que llenarla
de contenido para poder disfrutar.
Soñadores incansables, optimistas,
entusiastas. Idealistas prácticos. Inquietos, dinámicos, vigorosos, sin miedo
al qué dirán.
En muchas ocasiones lo que yo veo
complejo ellos lo ven tremendamente sencillo. Intento contagiarme del prisma
que utilizan para interpretar las cosas, de su espontaneidad, la sencillez con
la que plantean un contratiempo y de cómo se empapan siempre de la parte más
beneficiosa de las situaciones. Porqué cada día me enseñan que ser grande no es
una cuestión de tamaño sino de actitud.
Aprendamos a
escucharles, copiemos la forma de ver la vida, recuperemos emociones de nuestra
infancia, interpretemos todo lo que nos pase con emoción, tomemos el timón de
nuestros sueños.
Te quedan
364 días de feliz NO cumpleaños, ¿a qué esperas?