- - Mamá, dame la mano,
me pide Pol mientras no deja de temblar.
- - ¿Estás seguro?
No tienes porqué hacerlo, estamos muy altos.
- - Lo se pero quiero
intentarlo. Tú ayúdame a dar el primer paso y luego lo haré yo solo.
No paro de mirar hacia
abajo. Yo también tengo miedo a caer, quizás me equivoqué animándole a subir
hasta aquí. Le miro y veo el miedo en su cara pero a la vez también su ilusión
para seguir avanzando. Le recuerdo que
el arnés no dejará que caigamos. No dice ni una palabra. Cuando le pregunto si
está bien asiente con la cabeza sin dejar de avanzar. Tres metros y estaremos
arriba del todo. No ha dejado de temblar en ningún momento. Pol tiene pánico a
las alturas. Le miro y la emoción me invade.
Hoy me ha dado una buena lección de coraje y valentía.
Llegamos
al punto más alto y el monitor le pregunta si está preparado para saltar. Soy
incapaz de mirar abajo, yo también siento pánico al estar tan alta, no paran de
sudarme las manos. Él asiente con la cabeza, me mira emocionado, me guiña un
ojo y al saltar grita soltando todo su estrés mientras saluda a su padre que le
espera abajo emocionado. Me lanzo detrás de él y al llegar nos fundimos en un
larguísimo abrazo. Noto que está empapado de sudor. En ese instante me doy
cuenta que crecemos juntos día a día. Le susurro al oído que estoy muy
orgullosa de él.
Preparar
a nuestros hijos a superar sus miedos no es una tarea sencilla. No resulta
fácil encontrar las herramientas necesarias para enseñarles a hacer frente a
las situaciones adversas de la vida. Ver sufrir a un hijo no es fácil pero debemos
dejarles caer para poder ofrecer la oportunidad de aprender y superar los
fantasmas que aparecen en el camino.
Intento
enseñar a mis hijos el valor que tienen la constancia y el esfuerzo cuando intentamos superar nuestros
miedos. La importancia de aprender a marcarse
objetivos realistas. Evito sobreprotegerles educándoles en la autonomía, les
animo a probar, a esforzarse a conseguir las cosas por ellos mismos. Les empujo a expresar sus desasosiegos sin vergüenza ni ridículo.
Compartir nos hace más fuertes.
Les
ofrezco mi afecto, protección, tranquilidad y confianza. Alabo sus esfuerzos,
valentía y decisión. Les aliento a que se desprendan de la pereza sin permitir
que les paralice el miedo a fallar, que admitan el error como base del
aprendizaje.
Fue
capaz de confiar en sus posibilidades, de elevar su autoestima, de poner en
práctica todo lo aprendido hasta el momento. Fue grande por su convicción a no
encontrar nunca su límite. Su actitud me hizo infinitamente feliz.
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