dilluns, 1 de desembre del 2014

MAMÁ, ¿TENER UN HERMANO ES TENER UN TESORO?

Intervengo al igual que lo haría un casco azul de la ONU. Intento mantener la paz en la zona de conflicto, conseguir un alto al fuego, actúo en consecuencia a los principios legales de mi misión: que no cunda el pánico y buscar una solución que satisfaga a ambas partes. Entro a la habitación de Pol y Xavier para restablecer la armonía , ambas partes exponen su parte de culpa y se funden en un abrazo de reconciliación. Misión cumplida.

- Mamá, ¿tú también te peleabas con tus hermanas?

Se me pasa por la cabeza mentir a Xavier pero no lo hago, no sería justo.

- Sí, yo también discutía con ellas pero la yaya nos ayudaba a buscar soluciones. Yo era bastante cabezona y siempre quería tener la razón.

- ¿Por qué siempre dices que tus hermanas son para ti un regalo? pregunta Pol.

- Porque ellas siempre están sin que tenga que pedírselo, alientan mis sueños y me ayudan a ser cada día un poquito mejor.

Tras el nacimiento de Pol siempre tuve claro que el mejor regalo que le podía hacer era un hermano. Poco después nacía Xavier. Tan iguales y tan diferentes a la vez. Son el yin y el yang, dos fuerzas opuestas, interdependientes y complementarias. Juntos consiguen el equilibrio perfecto, la magia de la connivencia, el contraste. Comparten cientos de horas de juego, de aventuras, de risas sin sentido, de confidencias y peleas, al igual que lo hacía yo con mis hermanas.

Mis recuerdos de infancia están ineludiblemente unidos a ellas. He tenido la suerte de tener dos. Hemos jugado y peleado, bromeado y burlado, bailado y cantado, reído y llorado, soñado y cumplido nuestras promesas, siempre como el mejor de los tríos. Junto a ellas me siento invencible, poderosa y protegida. Recuerdo siempre perder cuando jugábamos a ver quien aguantaba más sin reír e intentar hacerles trampas siempre que me lo permitían.

Siempre he admirado a mi hermana mayor y lo sigo haciendo. Sólo ella sabe lo duro que es aguantar a dos gemelas que le molestaban y tocaban todas sus cosas. Le sacábamos de quicio pero siempre tenía tiempo para ayudarnos con los deberes, enseñarnos a atarnos los zapatos o dejarnos compartir cama las noches de tormenta.  Me fascinaba verle jugar a baloncesto, tocar la guitarra o que se supiese todas las canciones de Prince. Ella era mi héroe, a quien intentaba imitar en todo. 

A ella,  por ser la mayor, le tocó responsabilizarse de nosotras en muchas ocasiones, asumir las culpas y reprimendas de nuestras travesuras ante papá y mamá y abrir miles de puertas durante nuestra infancia. Su privacidad siempre estaba en peligro. Me alucinaba que me explicase las cosas de grandes, sus consejos de moda siempre fueron honestos, fue mi mayor gurú. Es la persona más honesta que conozco, altruista y comprometida. Sigue siendo mi mayor protectora al igual que lo hacía cuando empecé el instituto y alguien quería molestarme. Tenaz, crítica y valiente que afronta la vida como un reto y la exprime al máximo. Y es ahora, cuando la vida nos lo pone un poco más difícil, quien sigue demostrándome su fuerza y coraje. 

Yolanda es mi hermana gemela, tenemos una conexión extrasensorial. Compartimos una lengua secreta, manías y proyectos. Nuestras expresiones faciales, postura corporal y rasgos de nuestra personalidad nos delatan como gotas de agua. Somos de las que hablamos al unísono, terminamos la frase de la otra o nos ponemos malas a la vez. Una sola mirada basta para saber que pasa. Hemos tenido la suerte de compartir estudios, grupos de amigos y profesión. Mi fuerte temperamento hacía que en muchas ocasiones siempre fuese ella la que tuviese que ceder. Ella paciente, reflexiva y constante. Yo impaciente,  impetuosa e imprudente. Equilibrio perfecto y cómplice de vida. Con ella siempre dos más dos son cuatro. Sigue recordándome cuando no debo correr demasiado y ayudándome a tomar las mejores decisiones. Como un tándem compartimos retos sin parar nunca de pedalear.

Ellas han sido para mi el antídoto perfecto ante la soledad, las únicas que han olvidado mis errores sin reproches, que aceptan lo peor de mi y celebran cada uno de mis éxitos. Sigo junto a ellas, disfrutando, compartiendo, creciendo, enorgulleciéndome de cada uno de sus logros y aprendiendo a decirles más a menudo lo mucho que les quiero.

Pol, ¿ahora entiendes porqué son un gran tesoro para mi?




7 comentaris:

  1. Ups!!! Has hecho que me emocione solo con leerte. El vínculo con mi hermana es tan especial para mí que empatizo mucho con quien siente lo mismo. Es fantástico!!! Somos afortunadas de tener a alguien -en tu caso dos- así en nuestra vida y solo espero poder transmitirle a mis hijas los mismos sentimientos. Muchas gracias!

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  2. Me alegro mucho de haberte conocido a traves de esta iniciativa. Me quedaré por aqui con tu permiso

    Amaya y su libreta

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  3. ¿Tienes una gemela? Guay! Hay algunos en mi familia y tienen una relación súper especial!

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  4. Me ha encantado tu post y el párrafo en el que hablas del ying y el yang y el equilibrio lo has clavado!!! Besos

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