- ¿Debería haberlo hecho?
- Estoy convencido que esperabas mucho más de mi.
- ¿Tú crees? Se lo mucho que te has esforzado.
- Tienes demasiada paciencia conmigo.
- A mi también me gusta que los demás la tengan cuando no acaban de salirme bien las cosas.
- Pero seguro que pensabas que sería capaz de conseguirlo.
- Y por qué no lo hayas conseguido, ¿eso supone que dejarás de intentarlo?
- No lo se mamá, ¿y si nunca lo consigo?
- Estoy convencida de que sí lo harás. Además, me tienes a tu lado para echarte una mano, yo confío en ti. Ahora sólo debes conseguir hacerlo tú también. La confianza no se busca ni se encuentra sino que se gana.
La confianza se manifiesta en los niños cuando se sienten queridos, respetados, escuchados, comprendidos y acogidos. Espacios donde todo fluye sin forzar, sin tener que demostrar nada al otro, sin aparentar o ofrecer nada a cambio. Donde cada aprendizaje aparece después de un ensayo, donde el error forma parte del proceso y es aceptado de forma positiva, donde el acompañamiento hace desaparecer la incertidumbre, la indecisión y el titubeo. La confianza es básica para conseguir una estrecha relación basada en el diálogo y la cordialidad, donde el asombro y la experimentación son la base del proceso. Pero no podemos obviar que es uno de los valores más frágiles que existen y que se difumina al instante de aparecer las dudas, traiciones o imprudencias. Cuesta mucho tiempo y esfuerzo construirla, pero sólo bastan unos segundos para destruirla.
A lo largo de la vida he tenido la suerte de tener junto a mi muchas personas que han confiado en mi trabajo, en mi forma de ser o en mis decisiones. Gente que han alentado cada uno de mis proyectos, de mis retos. Personas que han aparecido especialmente para acompañarme aquellos días que todo se vuelve gris, en los que decides bajar los brazos, en el momento que estás dispuesto a abandonar tus sueños. En ocasiones una sola frase, un gesto, una sonrisa, un "estoy a tu lado", han sido suficiente para hacer que emprendiera de nuevo el vuelo.
Por este motivo, creo que la confianza en nuestros pequeños es una de las armas más poderosas que existen para educar, el mejor motor para estimular su crecimiento. Es esencial conseguir que nuestros hijos sientan lo mucho que confiamos en ellos, sepan que creemos que serán capaces de conseguir todo aquello que se propongan porque siempre estamos para echarles una mano. La confianza en ellos se convertirá en la mejor fuente de motivación, de seguridad, de aliento, en cada uno de sus nuevos aprendizajes. Los acompañaremos en el fracaso, les ayudaremos a ver la parte positiva de ellos y les animaremos a seguir pedaleando.
Una confianza que deberá ser trabajada a diario a través del cariño, el tiempo de calidad y carros de paciencia. Fomentando la atención completa compartiendo risas, retos y juegos, una vida llena de momentos de confesiones y complicidad. Debemos impulsar su iniciativa ayudándoles a eliminar los miedos a fracasar, un "has sido capaz de hacerlo" o "no tenía la menor duda que lo conseguirías" como las mejores herramientas para incitar a continuar, ofrecer mil y una oportunidad para aprender. Aprender a valorar lo que les importa, preocuparnos de sus cosas sin censurar ni aleccionar, respetar sus ritmos, opiniones o decisiones, prepararnos para estar allí donde lo necesiten.
Ofrezcámosles nuestra confianza para que sean capaces de emprender, de volar sin miedo a caer. Enseñémosles a esperar, tolerar, comprender y perdonar. Digámosles siempre la verdad, esa será la base de nuestra complicidad, fomentemos la sinceridad, la espontaneidad. Seamos flexibles y tolerantes, enseñemos a respetar a los demás, volvamos a tener carromatos de paciencia. La conversación será el hilo conductor de nuestros pactos.
Que nunca nos olvidemos de recordarles que creemos en ellos. Los niños nacen con la posibilidad de conseguir grandes cosas, como padres tenemos la responsabilidad de ayudarlos a conseguir las estrellas.
Ofrezcámosles nuestra confianza para que sean capaces de emprender, de volar sin miedo a caer. Enseñémosles a esperar, tolerar, comprender y perdonar. Digámosles siempre la verdad, esa será la base de nuestra complicidad, fomentemos la sinceridad, la espontaneidad. Seamos flexibles y tolerantes, enseñemos a respetar a los demás, volvamos a tener carromatos de paciencia. La conversación será el hilo conductor de nuestros pactos.
Que nunca nos olvidemos de recordarles que creemos en ellos. Los niños nacen con la posibilidad de conseguir grandes cosas, como padres tenemos la responsabilidad de ayudarlos a conseguir las estrellas.
Com sempre, Sònia, quanta raó en les teves paraules. Intentaré seguir el consell, que em sembla excel·lent.
ResponEliminaMoltes gràcies Raúl!!
EliminaPrecisamente hoy he tropezado con una charla TED de esas que te remueven por dentro, y hablaba precisamente de esto de lo que tú hablas. La conferenciante decía que es fundamental que cada niños tenga un adulto que crea en él, para que así abandone los temores para crecer y no tengan miedo de pensarl Yo añadiría que tampoco se sientan inseguros por ser únicos y diferentes.
ResponElimina