- Mamá, ¿existe alguna fórmula para conseguir lo que uno se propone?
- Sí, se llama actitud.
- ¿Es mejor que la de tener suerte?
- La suerte no la controlamos, la actitud la elegimos.
- ¿Y tener buena actitud siempre te asegura conseguir lo que quieres?
- No siempre, pero marca sin duda la diferencia.
Todos deberíamos estar dispuestos a hacer algo grande. Cada uno a su medida, pero algo que fuese capaz de cambiarnos por dentro. Algo hecho con cabeza y mucho corazón, con dedicación hasta el extremo. Algo que suponga un cambio de sentido en nuestras vidas, una nueva forma de hacer las cosas, el inicio de un nuevo mapa. Algo que afectase al hacer y al sentir, que nos exigiese lo más valioso de nosotros. Algo que te zarandé de tal forma que te cambie por completo, que marcase un punto y seguido en tu forma de entender el mundo, que consiguiese que nunca volvieses a ser la de ayer. Algo que aunque los demás no lo entiendan te haga vibrar por dentro, que erice tu piel.
Y el secreto para conseguirlo reside en la actitud, esa que consigue que nos pongamos en marcha sin saber muy bien el destino. Que hace que te levantes día tras día pensando en un objetivo, que creas a fuego en lo que deseas. Que te hace rediseñar tu vida casi sin ser consciente, que te saca de donde estás, te sacude por dentro.
Esa disposición que mueve cimientos, que cambia tu forma de respirar, que te arrastra construir. Que te reconcilia contigo mismo, te llena de aliento y te susurra "tu puedes con ello". Que te hace confiar aunque los otros dejen de hacerlo, que te demuestra a diario que no necesitas de un don para lograrlo. Que te anima a jugar con las oportunidades, a comprometerte con lo que sientes, a conectar con lo que eres.
Esa que te saca al camino, que te exige responsabilidad, que busca respuestas. Que te enseña a idear las mejores preguntas, a aprender a dar los mejores pasos, eligiendo con cabeza, dejando atrás el victimismo. Que te hace percibir diferente, evocar tus empeños. Que rompe barreras, que alienta quimeras, que roba sonrisas. Esa que te regala amaneceres y te lleva a trabajar hasta la puesta de sol.
Ese talante que te lleva a vivir sin peros, a soñar grande, a que tus besos sean eternos. Que capitanea tus anhelos, eliminando los miedos, controlando los egos. Aquella que te hace dueña de tu vida, que no te permite que postergues, que bajes los brazos. Que hace que tu voluntad sea de hierro, que seas capaz de generar todo aquello que fantaseas, que te lleva a trabajar día a día hasta la exhalación.
Aquella actitud que te ayuda a simplificar, a ser consciente de lo que privilegiada que eres, que te permite identificar tu esencia. Que te invita a empezar en pequeño, luchar contra las excusas, afrontar para superar, explorar nuevas formas de hacer.
Esa que nos ha llevado a cuatro mamás valientes a trabajar por un sueño, 100 kilómetros solidarios que han hecho de nuestra vida algo mucho mejor. Que nos permite educar con el ejemplo, compartir el camino con gente que suma, disfrutar de salir de nuestra zona de confort.
Esa actitud que hace que nuestros días importen.
Sois muy grandes. Alucinada estoy con vosotras.
ResponEliminaEste año vuelvo a seguir vuestros 100km con mucha ilusión.
Besos!
Muchísimas gracias, un abrazo
EliminaThank you Irina
ResponEliminaCómo te Admiro Sonia, de verdad. Cuántos valores y enseñanzas nos trasmites con cada palabra. UN verdadero placer leerte siempre. Un abrazo
ResponEliminaMuchas gracias Vanesa, tú sabes también mucho de eso
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