diumenge, 3 de desembre del 2017

NO TENGAS MIEDO

- ¿Qué hay que hacer cuando uno tiene miedo?

- Intentar ponerle nombre.

- ¿Y si no sabes de dónde viene?

- Atacarlo sin retroceder un solo milímetro.

Todos tenemos miedo. Con formas, nombres o trajes diferentes pero todos lo sentimos. Miedos que arrastramos desde pequeños o que van apareciendo en nuestro camino. 

Miedo a perder lo que uno ama, a no estar a la altura, a ser juzgado. A no convencer a los que mandan, al fracaso o a lo desconocido. A los imprevistos, al que dirán, a las estúpidas discusiones. A sentirnos vulnerables, poco capaces o a no tener suficiente talento.

Miedos producidos por nuestros errores, frustraciones o complejos. Por nuestra manera equivocada de ver las cosas, de escuchar el alma, de querernos. Algunos nos los contagian y otros torpemente nos los creamos.

El miedo nos hace pequeños, detiene nuestro impulso. Roba nuestros sueños, nos hace diminutos. Llena de obstáculos nuestros días, contamina nuestro tiempo, nos instala en un laberinto. Nos colma de reproches, de tristeza, de llanto. Hace que nos sintamos extraños en nuestro propio cuerpo, que el alma nos pese, saca nuestra peor versión.

Difumina nuestros proyectos, nos seduce a abandonar nuestro empeño. Nos confunde, paraliza y nos encoge por dentro. El miedo nos limita, sabotea nuestras emociones, se adueña de nuestra sonrisa. Sutilmente nos recuerda que quizás no seamos suficientemente buenos.

Inútilmente invertimos nuestra energía en evitarlo olvidando que lo más importante es nuestra actitud ante él. Postergamos mirarle cara a cara sin importarnos que sea la brújula que marca nuestros pasos.

La única forma de ganarle es ir a por él, sin medias tintas ni excusas. Pegándole con rabia, intimidándole para que vea que ya no tenemos miedo a decidir, a coger las riendas.

Rompiendo con todos los moldes que no han funcionado hasta el que el momento, reconociendo lo que nos inmobilizaba, entendiendo que la cobardía es la peor compañera de viaje. Haciéndonos inmensos, creciendo ante las adversidades. Luchando contra el miedo admitiendo nuestros defectos, ajustando nuestras metas, buscando nuevos aliados. Queriendo nuestras rarezas, asumiendo riesgos, buscando respuestas.

Y cuanto más le atacas más diminuto se hace, más tímido y cobarde. Porque se da cuenta que ya no huyes, que ya no utilizas pretextos baratos, que contra más te quieres menos le temes. Y logras borrar el dolor que te ha causado al saber cuántas puertas ha sido capaz de cerrarte, los planes que ha envenenado, las ilusiones que te ha estafado.

Ahuyentándolo, colisionando contra él con fuerza, identificando tus ridículas ansiedades. Sin achicarnos, sin darle tregua. Probando, cayendo, aprendiendo. Admitiendo que el miedo va a acompañarnos toda la vida ganemos o perdamos.

Hijo, el cobarde es el que no se enfrenta al miedo no el que no lo supera. Serás feliz el día en el que seas consciente que todo lo que quieres está justo detrás él.

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