Dicen que cada caída al vacío nos enseña algo que necesitábamos aprender.
Nos educan para el éxito, para exprimir nuestro potencial, para sobresalir. Para lograr cosas extraordinarias, para saber buenos en todo, para ganar siempre. Para conseguir las cosas de forma inmediata, para destacar de forma brillante, para vivir siempre sonriendo. Para publicitar todo lo que conseguimos, para disfrutar de nuestro ego.
Poca gente nos habla de los malos momentos, de los tropiezos, de las veces que nos va a tocar volver a empezar de cero. De las muchas ocasiones que abandonaremos proyectos, de que a menudo no van a salirnos las cosas como queremos. De la tristeza a la que nos encadenan los errores, de cómo los tropiezos van a mermar nuestra autoestima.
Ojalá nos contasen que los grandes triunfadores también han caído cientos de veces, que han fracasado al igual que nosotros. Ojalá nos enseñasen a disfrutar de ir a la deriva, a no avergonzarnos de nuestras equivocaciones, a sentirnos orgullosos de nuestros intentos. de nuestra valentía. De que a menudo las mejores cosas llegan después de una brava tormenta, de una puerta cerrada, de una oportunidad perdida.
Aprendamos de los tropiezos, de las caídas, de los fracasos. De las equivocaciones que nos permiten romper con el pasado, que renuevan nuestra confianza, que nos reorganizan por dentro.
Que hay errores que no se equivocan, que regalan oportunidades, que descubren talentos. Que instruyen a ser más ambiciosos, a ir a contracorriente, a jugársela.
Seamos héroes imperfectos que luchan contra el conformismo consigan o no sus metas, que viven sin depender de si hay o no recompensa. Que entienden que la valentía es hacerlo aunque estés muerto de miedo. Que creen en ellos aceptando las imperfecciones.
Vivamos sin esperar nada a cambio, sabiendo que el éxito pasa por creer que se puede ganar perdiendo, confiando en el empeño que le pongas a tus metas, en las horas de trabajo, en los intentos. En amar lo que haces aunque no salga perfecto, en probar sin garantías, en confiar en los pequeños gestos. En aprender a caer, a recomponernos.
Dejemos de crear excusas, no permitamos que nuestros sueños sean reemplazados. Atrevámonos a dejar lo que siempre hemos hecho, a comprometernos con lo que nos corre por dentro. A pactar con la incertidumbre, a perdonarnos cada vez que no logras estar a la altura, sin permitir vivir de prestado.
Llenemos nuestros días de contratiempos que nos aleccionen, que nos hagan crear estrategias, que nos enseñen a encajar las dificultades. Que nos demuestren que no siempre el reto es llegar a la meta sino atreverse a trazar nuevos mapas.
Ojalá fracasemos muchas veces, al final te das cuenta que quien no arriesga ni gana ni pierde, ni aprende ni consigue, ni disfruta ni avanza. Vayamos paso a paso pase lo que pase.
Dejemos de crear excusas, no permitamos que nuestros sueños sean reemplazados. Atrevámonos a dejar lo que siempre hemos hecho, a comprometernos con lo que nos corre por dentro. A pactar con la incertidumbre, a perdonarnos cada vez que no logras estar a la altura, sin permitir vivir de prestado.
Llenemos nuestros días de contratiempos que nos aleccionen, que nos hagan crear estrategias, que nos enseñen a encajar las dificultades. Que nos demuestren que no siempre el reto es llegar a la meta sino atreverse a trazar nuevos mapas.
Ojalá fracasemos muchas veces, al final te das cuenta que quien no arriesga ni gana ni pierde, ni aprende ni consigue, ni disfruta ni avanza. Vayamos paso a paso pase lo que pase.
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