Una de las emociones más complejas de gestionar en la maternidad
es sentir que tu hijo adolescente ha dejado de necesitarte. Que se ha alejado
de ti y muestra poco interés por pasar tiempo juntos, por compartir contigo todo
aquello que le pasa o le preocupa, por escuchar tus consejos u opiniones.
Sentir que tu corazón se hace pequeño al ver que lo estás
perdiendo, al saber que no volverá a ser aquel niño pequeño que te necesitaba
casi para todo, al comprobar como ha cambiado la forma en la que te habla y
expresa su cariño. Observar como en él todo cambia; su actitud en la familia, sus
preferencias, sus expresiones y el tono de sus respuestas.
Nadie te prepara para asumir que tu hijo ha crecido tanto y a esa
velocidad y pronto emprenderá su propio camino. Para aceptar que a partir de
ahora te va a necesitar de forma muy diferente y va a tomar sus propias
decisiones sin importarle demasiado si te parecen bien o mal.
Un duelo que te descoloca, entristece y te obliga a reconstruir tu
vida nuevamente. Que te obliga a entender sus silencios, a aceptar que a partir
de ahora las reglas de vuestra relación van a cambiar.
Durante la adolescencia la relación entre padres e hijos se
transforma radicalmente. En muchas ocasiones, se tensa instalándose en casa el
mal humor y los conflictos casi constantes que nos condenan a no entendernos. Una
situación que te llena de incertidumbre, malestar y mucha vulnerabilidad. Que
te hace sentir que todo lo que habías conseguido en términos educativos durante
la infancia, con mucha paciencia y perseverancia, parece desplomarse como un
castillo de naipes.
Qué difícil resulta acompañar a un adolescente con calma y empatía
cuando se muestra tan distante, impertinente y arisco. Cuando exige su libertad
con torpeza, no asume sus responsabilidades y es incapaz es de modular
correctamente sus emociones. Cuando paga su frustración contigo y te alza la
voz.
No es sencillo aceptar que sus necesidades hayan cambiado tanto y
quiera cambiar las normas y rutinas que tan bien os habían funcionado hasta el
momento. Que se muestre tan reservado y rechace tus muestras de cariño.
Aunque sientas que se ha convertido en un auténtico desconocido al
que únicamente le importa sus amigos, estar fuera de casa y conseguir lo que le
apetece, es el momento de su vida que más necesita que estés a su lado sin
condición. Que le muestres tu mejor versión aunque haya días en los que sientas
que ya no puedes más.
No cabe duda que tu adolescente se muestra a menudo impulsivo,
irreverente y malhumorado pero, si eres capaz de leer entre líneas sus palabras
y conductas, verás que no lo hace por fastidiarte o acabar con tu paciencia,
sino simplemente porque camina por un laberinto donde en muchos momentos se
siente perdido y vulnerable. Donde avanza a tientas a través de una oscuridad
que le colma de inseguridad y miedo y le hace comportarse en ocasiones de forma
desajustada y pretenciosa.
Tu adolescente también está transitando por un duelo, vive en una
constante contradicción entre el deseo de crecer y conseguir la ansiada
libertad y seguir conservando los privilegios que tenía cuando era un niño.
Aunque en muchas ocasiones resulte muy complicado, esta etapa
educativa debería convertirse en una gran oportunidad para seguir fortaleciendo
el vínculo con él, para ofrecerle tu ayuda en todo aquello que necesite, para
hacerle sentir que entiendes que para él es muy difícil hacerse mayor.
¿Qué necesita ahora tu hijo de ti ?
1. Que haya crecido tanto no significa que no siga necesitando tu
presencia, disponibilidad y apoyo. Tus consejos respetuosos y tu afecto. Hazle
sentir a diario que estás a su lado sin peros ni pros, que le aceptas tal y
como es y te hace muy feliz ver en la persona que se está convirtiendo.
2. Ofrécele la seguridad y orientación que necesita en esta etapa tan
convulsa repleta de cambios. Acompaña su tristeza, irritabilidad o temores con
grandes dosis de cariño y comprensión. Respeta la intimidad que necesita, sus
ritmos de aprendizaje y estados anímicos utilizando un lenguaje lleno de afecto
y positividad que le haga sentirse valorado.
3. Aprende a escoger las batallas buscando el lugar y el momento y adecuado
para poder hablar con él con tranquilidad cuando no sepa controlarse. Un espacio donde pueda expresarse u
opinar con libertad sin sentir que le interrogas o cuestionas sus emociones o
necesidades
4. Propicia una comunicación basada en el respeto donde tu hijo pueda
expresar lo que siente o necesita sin sentirse juzgado. Eliminando de vuestras
conversaciones las críticas desmesuradas o los juicios de valor que tanto dañan
su autoestima.
Tu hijo necesita tener a su lado un adulto sereno y capaz de
entender el espacio y la confianza que ahora necesita. Que le ayude a empezar a
volar del nido con grandes dosis serenidad, amor incondicional y optimismo. Que
le dejes aprender a su manera aunque se equivoque y no siempre tome las mejores
decisiones sin reprochárselo.
No pierdas la oportunidad
de recordarle a diario lo mucho que le quieres y que pese que haya crecido
tanto estarás a su lado siempre.