dimecres, 27 d’abril del 2022

Cinco formas de fomentar la autonomía en nuestros hijos

 Recuerdo que desde bien pequeña me gustaba hacer las cosas yo sola y descubrir el mundo a mi manera. Si algo valoro de mis padres es que siempre me regalaban el tiempo necesario para que aprendiera sin prisas hasta que consiguiese lo que me proponía. Mi abuela también tenía toneladas de paciencia conmigo y me animaba a probar cosas sin que tuviera miedo a fallar. Durante un largo verano no se cansó de animarme hasta que conseguí atarme sola los cordones de los zapatos e ir en bicicleta sin la ayuda de las ruedas supletorias.
 
Actualmente, el ritmo de vida que llevamos no nos facilita que les demos a nuestros hijos el tiempo que necesitan para hacer las cosas ellos solos. Desde por la mañana corremos entrelazando tareas para intentar llegar a todo. Muchas veces, nos resulta mucho más cómodo y eficaz hacer las cosas nosotros mismos en vez que nuestros hijos. Así vamos mucho más rápido y evitamos conflictos o problemas. No les permitimos hacer lo que son perfectamente capaces de hacer sin ayuda.
 
Les abrochamos el abrigo, les vestimos, les bañamos, les damos la comida o las soluciones de los deberes, acciones que en otros contextos son capaces de hacer. Les ayudamos de forma excesiva e innecesaria obstaculizando su desarrollo natural y les dificultamos que ganen seguridad y confianza en ellos mismos convirtiéndoles en personas dependientes.
 
Educar es ayudar y acompañar a los niños y niñas a que sean independientes, autónomos y adquieran las habilidades necesarias para que puedan valerse por sí mismos. Desde bien pequeños es muy importante que les enseñemos a hacer las cosas sin nuestra colaboración para que puedan ir adquiriendo habilidades para la vida que les posibiliten superar las piedras que se vayan encontrando en el camino.
 
La autonomía es la educación para la independencia y comienza por la responsabilidad. Es la capacidad de una persona de desarrollar tareas de manera independiente, hacer sus propias elecciones, tomar sus decisiones y responsabilizarse de las consecuencias de las mismas. Es una capacidad básica imprescindible para que en el día de mañana nuestros hijos e hijas sean responsables, puedan conseguir todo aquello que se propongan y sean mucho más felices. Hay que fomentarla en todos los aspectos de la vida de nuestros hijos: en los hábitos, el ocio, las relaciones sociales, las tareas académicas o del hogar, etc.
 
Un niño autónomo es capaz de realizar por sí mismo aquellas tareas y actividades propias de los niños de su edad y de su entorno socio cultural. No necesitará la ayuda constante de un adulto y se sentirá capaz de probar sin miedo a tropezar. Los niños con buena autonomía tendrán una buena autoestima, mantendrán relaciones positivas con las personas de su entorno y no mostrarán dificultades para respetar los límites y las normas. No se dejarán influir por otras personas y serán amantes de los retos.
 
En cambio, los niños o niñas con poca autonomía se mostrarán muy dependientes de los adultos, tendrán poca tolerancia a la frustración y se mostrarán inseguros y miedosos. Presentarán muchas dificultades para hacer frente al error, para gestionar correctamente las emociones y mostrarse optimistas. Sentirán que la culpa que las cosas no les vayan bien será siempre de los otros y tendrán muchos sentimientos de injusticia.

Para fomentar la autonomía de nuestros pequeños deberemos regalarles aprendizajes desde la experiencia y poner el acento en las actitudes constructivas que les animen a hacer las cosas sin apoyo. Debemos conseguir que se sientan respetados, escuchados y queridos creando rutinas que les den seguridad y estableciendo límites que les protejan y cubran sus necesidades.

Un buen desarrollo de su autonomía aumentará en nuestros hijos la motivación por aprender, la empatía y la valentía. Les ayudará a ganar madurez y a construir un buen autoconcepto.

¿Cómo podemos fomentar la autonomía de nuestros hijos?

1.    Decidiendo qué aspectos de su autonomía queremos trabajar en cada momento teniendo muy presente la edad de nuestros pequeños. Los iremos introduciendo, progresivamente, teniendo en cuenta la complicidad de las tareas.

2.    Ofreciendo a nuestros hijos el tiempo y el espacio necesario para aprender a hacer las cosas sin que se sientan presionados y sin exigir un perfeccionismo.Valorando el esfuerzo independientemente de los resultados que consigan, elogiando los aciertos y evitando las alabanzas exageradas.

dijous, 21 d’abril del 2022

Seis errores que debemos dejar de cometer con nuestro hijo adolescente

 Si existe una etapa educativa difícil de acompañar es sin duda la adolescencia. Un período educativo convulso que a las familias a menudo nos cuesta mucho entender y manejar. Donde parece que la calma en casa sea casi imposible y las disputas y los tira y afloja con nuestros hijos se entrelazan sin parar.

Como padres y madres siempre actuamos con nuestros hijos con la mejor de las intenciones, pretendiendo darles todo aquello que necesitan y mostrándoles nuestra ayuda y comprensión. Pero cuando nuestros hijos e hijas llegan a la adolescencia, parece que esa sintonía desaparezca y nuestra relación empeore sin saber muy bien cómo entenderles y seguir acompañándoles.

La impotencia y la culpa nos invaden cuando las malas caras, las salidas de tono y los reproches son constantes. Conductas en ocasiones rebeldes, insolentes y desafiantes que nos hacen sentir que hemos pasado a un segundo plano, que nos han perdido el respeto y que nuestros consejos u opiniones han dejado de interesarles.

La adolescencia es el período de desarrollo en el que nuestros hijos deben hacer frente a numerosos cambios físicos, psicológicos, cognitivos, emocionales y sociales que les provocarán mucha inestabilidad e incertidumbre. A estos cambios, deberemos sumarles las dificultades que presentan para controlar su impulsividad, para modular las emociones por las que transitan con tan alto voltaje y expresar correctamente qué es lo que les sucede o preocupa.

Una etapa de transformación y reafirmación personal que les hace actuar de una forma desajustada, impredecible y desmedida y les hace vivir entre extremos. Unos años de sana desobediencia, de numerosos aprendizajes, de búsqueda de nuevos límites y retos. De vulnerabilidad y fuerza a igual medida y egocentrismo en estado puro.

Es muy complicado acompañar a alguien que muestra tantas dificultades para hacer frente a la frustración, reconocer sus errores y mostrarse reflexivo. Que reclama su espacio y libertad, en ocasiones con mucha insolencia e indiferencia. Pero es en esta etapa tan complicada cuando nuestros hijos e hijas necesitan que les mostremos nuestra mejor versión. Que sigamos siendo sus guías, el pilar donde apoyarse, el refugio donde acudir cuando sientan que todo cambia y se tambalea.

Nuestros adolescentes necesitan que les ayudemos a descifrar el torbellino de sentimientos que sienten, que les digamos a diario que estamos a su lado sin condición que les acompañemos y se sientan protegidos. Potenciando un lenguaje positivo y utilizando una mirada llena de reconocimiento y amor.

A un adolescente se le educa con grandes dosis de serenidad y empatía. Entendiendo lo difícil que es para ellos hacerse mayor y vivir en una sociedad tan cambiante como es la nuestra. Comprendiendo y aceptando que educar es una carrera de fondo, un trayecto lleno de altibajos donde no se puede tener prisa por conseguir lo que pretendemos, ya que los objetivos se logran a largo plazo.

A su lado, necesitan adultos, pacientes que entiendan lo que les sucede, que atiendan sus necesidades, que los escuchen sin cuestionarlos. Que acompañen con cariño sus alegrías y los momentos más ansiosos, tristes o llenos de incertidumbre. Que les sostengan cuando se sientan vulnerables o desbordados, que les dejen ser tal y como ellos desean mostrarse y les ayuden a construir un buen autoconcepto y una apropiada autoestima.



dijous, 7 d’abril del 2022

7 ESTRATEGIAS QUE MEJORARÁN LA AUTOESTIMA DE NUESTROS HIJOS ADOLESCENTES

Mamá, ¡mira que mal me queda este flequillo!

 Pues a mí me gusta así.

 Pero, ¿Cómo te puedo gustar si estoy tan feo?

Un día aprenderás que tu belleza está en tu interior.

Qué difícil resulta, en muchas ocasiones, que nuestros hijos adolescentes se miren al espejo y les guste la imagen que se proyecta en él. Oscar Wilde decía que: “Amarse a uno mismo es el inicio de una vida romántica”, pero que complicado es conseguirlo cuando nuestros y nuestras jóvenes transitan por una vorágine incontrolable de cambios físicos, cognitivos, psicológicos, emocionales y sociales que les originan tanta inseguridad e incertidumbre.

La adolescencia es una etapa convulsa de descontrucción y construcción de una nueva identidad en el que nuestros hijos deberán erigir su autoestima en medio de mucha inestabilidad. Por esta razón, necesitarán que les enseñemos a mirarse con dulzura, a aceptarse tal y como son, con sus defectos y virtudes. Que les hagamos sentir valiosos y capaces de conseguir aquello que se propongan.

La autoestima es la valoración  que una persona hace de sí misma en función de la evaluación de sus pensamientos, sentimientos y conductas. Se construye día a día a partir de las experiencias y las relaciones personales de confianza y estima. En la adolescencia estará muy condicionada por la forma en la que nuestros hijos acepten los cambios físicos que experimentan y las valoraciones que reciban de su grupo de iguales y los adultos que les acompañan.

La autoestima será uno de los factores claves en el bienestar emocional, pilar fundamental en su desarrollo personal y social. De ella dependerá la creación de un buen autoconcepto y una adecuada respuesta emocional. Influirá en la manera cómo el adolescente se sentirá, se relacionará, se comportará, pensará y aprenderá.

Un adolescente con buena autoestima aprenderá eficazmente, utilizará sus recursos con mayor facilidad, desarrollará relaciones mucho más gratas y nutritivas y estará capacitado para aprovechar las oportunidades que se le presenten para trabajar productivamente y ser autosuficiente. Se mostrará seguro, valiente y presentará una buena tolerancia a la frustración. Además, será capaz de empezar a tomar sus propias decisionesyconstruir su propia felicidad.

En cambio, un jovencon baja autoestima se sentirá inseguro de sí mismo y poco valioso. Creerá que los demás no le aceptan y mostrará dificultades para aceptar las dificultades y posibles fracasos. Será muy influenciable, demasiado autocrítico y querrá complacer siempre por miedo a no gustar. Mostrará dificultades para obtener buenos resultados académicos y establecer relaciones de calidad.

La adolescencia es sin duda la etapa más desafiante para la crianza. Un período convulso que a menudo a las familias nos desconcierta y nos produce cierto temor. En el que no es fácil sintonizar con lo que viven y sienten y en muchas ocasiones nos provoca un sentimiento de culpa e impotencia.

Pero es el momento en el que nuestros hijos necesitan de nosotros nuestra mejor versión y que les ayudemos a quererse sin “peros” ni “pros”. Que les acompañemos con grandes dosis de comprensión, empatía y paciencia. Que les tendamos la mano ante sus caídas, les ayudemos a descifrar el caos emocional que les provoca tanto malestary estemos a su lado sin condición.

¿Cómo podemos ayudar a nuestros adolescentes a construir una buena autoestima?

1. Aceptándoles tal y como son, ajustando nuestras expectativas a los hijos que tenemos y no a los que nos gustaría tener. Eliminando las etiquetas, las comparaciones, los mensajes en negativo y las frases condenatorias que tanto dañan su autoestima.

2. Ofreciéndoles nuestro amor incondicional, apoyo y confianza. Escuchando con atención todo aquello que necesitan o les preocupa. Creando una base afectiva segura y siendo una fuente de confort y protección para ellos sin mentirles nunca.

3. Validando todas las emociones que puedan sentir. Ayudándoles a ponerle nombre, a modularlas y gestionarlas ofreciéndoles espacios para que las puedan compartir con nosotros con calma y sin sentirse juzgados, fomentando el diálogo interno.

4. Felicitándoles por todo aquello que son capaces de conseguir, valorando el esfuerzo y no únicamente el resultado. Ayudándoles a reconocer sus virtudes, valores y talentos evitando exagerar los logros y aptitudes que puedan tener un efecto muy contraproducente en el equilibrio de su autoconcepto.

5. Dándoles responsabilidades, fomentando la autonomía y estableciendo límites y normas claras y consensuadas. Animémoslos a iniciar nuevos retos, a tomar la iniciativa en sus vidas, a asumir riesgos.

6. Respetando sus ritmos para aprender, sus espacios, su intimidad. Siendo accesibles, estando presentes y disponibles.

7. Siendo el mejor modelo de conducta que puedan tener, un ejemplo positivo que arrastre a soñar grande, a sonreírle a la vida. Expliquémosles  cómo aceptamos nuestras propias imperfecciones, cómo superamos los errores y lo volvemos a intentar, cómo pedimos ayuda cuando la necesitamos.

No olvidemos que lo mejor que podemos enseñar a nuestros hijos adolescentes es a quererse mucho, sin reproches, excusas, ni desprecios. A mirarse al espejo con valentía, sin críticas despiadadas o etiquetas. A mimarse y darse oportunidades a diario y a luchar por todo aquello que deseen sin dejar de repetirles que siempre estaremos para aquello que necesiten.

dimarts, 5 d’abril del 2022

Siete estrategias para ayudar a nuestros hijos a superar un divorcio

 Cuando decidimos unir nuestra vida a la de otra persona, deseamos que esta opción sea para siempre. Soñamos con un futuro conjunto, nos prometemos amor eterno y empezamos a construir un proyecto de vida común. Pero las cosas no siempre salen bien y las relaciones pueden acabar deteriorándose y rompiéndose. El número de separaciones en nuestro país ha aumentado exponencialmente a lo largo de los últimos años y su normalidad es aceptada en las familias, en los colegios o en el ámbito escolar.

Múltiples pueden ser las causas que provocan una separación: problemas de comunicación, expectativas insatisfechas, discusiones a destiempo, falta de compromiso o la infidelidad. En ese momento, los malos entendidos, las suposiciones, la comunicación confusa, el rencor y el odio llegan a teñir la relación. La pérdida del amor provoca caos interior, tristeza y mucha desorientación. El yo, el tú y el nosotros, dejan de mantenerse en equilibrio y se rompe la balanza. Una vez tomada la decisión de separarse toca volver a comenzar, volver a reinventarse y reconstruir. Es un proceso de duelo duro y largo que se complica si tenemos hijos en común.

Afrontar una separación con niños no es fácil ni para los padres y, mucho menos, para los hijos, da igual la edad que tengan. Ante esta situación, todos los miembros de la familia sienten una tremenda sensación de pérdida e incertidumbre al experimentar que el concepto de familia desde ese momento cambiará de forma radical. Un proceso de transición y adaptación para todos los miembros del núcleo familiar que cada uno vive de manera distinta.

La manera en la que reaccionarán nuestros hijos ante esta noticia dependerá de la edad, la personalidad, la madurez y las circunstancias del proceso de separación o divorcio. No todos los niños o adolescentes responderán de igual forma a una separación y deberemos estar muy atentos para poder dar respuesta a las necesidades personales y educativas que vayan surgiendo y para saber acompañar el proceso desde el cariño y la comprensión.

Durante el proceso de separación nuestros hijos podrán manifestarse más distantes, desafiantes o agresivos, respondones e impulsivos. Se mostrarán confusos, con dificultades para modular sus emociones y con más cambios de humor. Tendrán menos tolerancia a la frustración, quizás empeoren su rendimiento escolar y normalmente mostrarán más dificultades para asumir sus responsabilidades.  

La separación será para nuestros hijos una rotura del esquema de su vida, un punto de inflexión no deseado. Nos tocará explicar a nuestros hijos que papá y mamá ahora se quieren de forma diferente y que nunca les dejará de querer. Será el momento de intentar evitar las peleas y las descalificaciones delante de ellos y de tomar decisiones que aseguren su bienestar y tranquilidad. Deberemos evitar contagiarles nuestra frustración, desilusión o tristeza.

Ellos seguirán queriendo a mamá y a papá a partes iguales y continuarán necesitando su atención, apoyo, afecto e infinitas dosis de amor. Es primordial que vean que en nuestra separación existe la armonía, el respeto y la coherencia y que ellos no se convierten en moneda de cambio.


Como padres podemos conseguir que los efectos de nuestra separación sean menos dolorosos para nuestros hijos si somos capaces de mantener la estabilidad en casa y de priorizar y atender las necesidades con una actitud positiva y tranquilizadora siguiendo una misma línea de actuación.


¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a superar una separación?


  1. 1. Siendo honestos con nuestros hijos, explicándoles de manera sencilla y clara la situación, sin mentiras ni falsas promesas. Contestando con mucha empatía a todas las dudas o miedos que les puedan surgir y dejándoles bien claro que ellos no son culpables de la situación.
  2. 2. Ayudándoles a identificar y gestionar todas las emociones que les generará la separación: tristeza, rabia, desánimo, enfado, inseguridad o miedo. La inestabilidad emocional será muy habitual y necesitarán más que nunca nuestra seguridad y confianza.
  3. 3. Intentemos consensuar, aunque no será fácil, un proyecto educativo familiar en común con nuestra expareja, estableciendo normas comunes y ajustando nuestro nivel de exigencia ante nuestros hijos. Nuestros niños y jóvenes necesitan ver como nos respetamos y colaboramos en todo aquello que les afecta. Esta sintonía les proporcionará mucha seguridad y les ayudará a adaptarse a su nueva vida.
  4. 4. Nunca utilicemos a nuestros hijos como arma arrojadiza para hacer daño a nuestra expareja. Evitemos hablar del otro progenitor de forma despectiva e irónica o involucrar a nuestros pequeños en los conflictos que puedan existir entre nosotros. Estas situaciones les provocará mucho malestar, incomodidad y dolor.
  5. Seguir leyendo: https://elpais.com/mamas-papas/expertos/2022-03-26/siete-estrategias-para-ayudar-a-nuestros-hijos-a-superar-un-divorcio.html