dimecres, 9 de juliol del 2014

LA MUERTE NO TIENE EXPLICACIÓN

La muerte es una parte ineludible de la vida pero, ¿cómo se le explica a un niño que jamás volverá a ver a su abuelo? ¿Cómo se le consuela dos años después que siguen llorando su muerte? ¿Cómo hacerles entender que una maldita enfermedad, llamada cáncer, les privará para siempre de sus abrazos, sus cuentos inventados o sus horas de pesca?

Mañana hará dos años que el yayo Paco no está. Mis hijos conocían la muerte sólo en las películas, los dibujos animados o las conservaciones entre adultos. Hace dos veranos les tocó muy de cerca. Sin duda, el momento en que les comunicamos la muerte de su abuelo fue uno de los más desgarradores de mi vida. Ver sufrir a un hijo te parte el alma.

Fue bien curiosa la forma  como reaccionaron ante tal cruel  noticia. Pol se sumergió en un profundo silencio sin dejar que lo abrazásemos. Xavier, en cambió, sacó toda su ira al instante, intentó pegarnos mientras nos culpaba de no haber buscado los mejores médicos para poder curarlo. Su rabia lo rompía por dentro. Si para nosotros era casi incomprensible que se hubiese ido en tan sólo veinte días, ¿cómo lo iban a entender ellos?

Desde el principio les dijimos la verdad, sin metáforas complicadas. No escondimos nuestras propias emociones y les ayudamos a expresar las suyas. Aquí papá fue muy, muy valiente. Lloramos juntos, elegimos la estrella que más brillaba para tenerle cada noche presente.  Intentamos mostrarnos  comprensibles con algunas conductas y nos esforzamos para que entendiesen todo lo que había pasado. Contestamos cada una de sus preguntas, nos vieron tristes, compartimos el duelo. Les mostramos seguridad y confianza en el futuro. Conseguimos que entendiesen que la muerte es universal e irreversible. Dejar fluir el dolor y los sentimientos amargos nunca es fácil.

Es bien curioso ya que con el paso del tiempo el yayo se hace cada día más presente. Después de meses convulsos fuimos perdiendo el miedo a hablar de él, a expresar todo lo que le echamos de menos. A recordar todo lo que nos gustaba de él y como se enfadaba cuando correteaban por su casa. Mis hijos lo nombran diariamente, hablan con su prima de todo aquello que el yayo les aportaba, lo extrañan en cada cumpleaños .Estoy convencida que cuando soplan la vela del pastel algún deseo está relacionado con lo mucho que lo echan de menos.

 Mañana será un día complicado pero seguro que pasado lo volveremos a ver todo de otro color. Estoy convencida que desde allí arriba nos echa cada día una mano. Recuerda que el 5 de octubre te esperamos en la alfombra roja.

Tus tres nietos, tu mujer, tus dos hijos y yo te echamos muchísimo de menos.

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