– ¿No deberían gustarme?
Tú ya sabes que sois los padres quien os encargáis de los regalos.
– ¿Y esa es razón suficiente para no creer en la magia de estas fechas?
¿Qué es lo que más te gusta de la navidad, mamá?
– Que son unos días perfectos para creer en la ilusión.
Nunca olvidaré el escalofrío que sentí cuando aquel hombre de barba blanca me miró y me regaló una sonrisa de oreja a oreja. Sentada en sus rodillas, identifiqué al instante el pose de su boca y descubrí que en realidad era mi padre quien llenaba mis bolsillos de caramelos. Repasaba con atención la carta que sostenía en mis manos a la vez que me recordaba la importancia de no hacer enfadar tanto a mamá. Al volver a casa, tras repartir los regalos a los niños más necesitados del barrio, nos fundimos un largo abrazo. Nunca hicimos referencia a ese momento, nunca rompimos la magia, los deseamos que fuese mi rey para siempre.
Ahora yo soy madre y él abuelo y seguimos compartiendo ese hechizo. Soy de las que le gusta la Navidad, de las que trabaja para que su MAGIA e ILUSIÓN no desaparezca. Creo que las fiestas navideñas son una época perfecta para educar, para aprender, para compartir momentos que se convertirán en recuerdos que nos acompañaran a lo largo de toda la vida. Momentos que quedarán gravados en nuestra memoria y nos robaran sonrisas cada vez que nos acordemos de ellos.
La Navidad es una fecha ideal para inculcar valores a los pequeños de la casa que les permitan crecer y afianzar su identidad, que nos permitirán estrechar el vínculo familiar, que nos facilitarán soñar de la mano.
“Lo que vale mucho vale muy poco” así que la Navidad puede ser un momento excepcional para educar en la GENEROSIDAD, en la importancia de compartir, trasmitiéndolo desde el ejemplo de un consumismo responsable, evitando los excesos y el despilfarro. Nuestros hijos no quieren que les emborrachemos con regalos, desean que estemos presentes, que permanezcamos a su lado sin condición.
Unos días extraordinarios para que nuestros pequeños aprendan a EMPATIZAR con lo que sienten los demás, para ayudarles a identificar sus propias emociones y aprender a ponerle palabras a todo lo que les corre por dentro. Días para abrazar a los que nos importan, para susurrar al oído lo importante que son para nosotros, para decir te quiero y acostumbrarnos a hacerlo los 365 días del año como algo ordinario.
Datas para hacer cosas JUNTOS, demostrándoles lo mucho que disfrutamos del juego compartido, de las carcajadas espontáneas, de las tardes sólo para ellos. Tiempo para escribir la carta a sus majestades a cuatro manos, acordándonos de los que nos rodean y de aquellos que más los necesitan. Momentos perfectos para aprender a priorizar, para tener un sentido crítico de nuestras necesidades y deseos.
Días para dar las GRACIAS por lo que privilegiados que somos de poder estar un año más juntos y para recordar a los que se fueron con una sonrisa en los labios. Para sentirse agradecidos y dichosos, para compartir, para reconocer el esfuerzo que hay detrás de cada regalo. Tiempo para aprender a mimar y cuidar de los nuestros, para apreciar todo lo que hacen por nosotros.
Una época ideal para RENOVAR las ilusiones, las esperanzas, para soñar si cabe más grande. Días para escribir juntos nuevos compromisos, diseñar nuevos retos, elaborar nuevas estrategias en familia. Para cargarnos de optimismo y entusiasmo.
Días para disfrutar de los rituales de la Navidad, de sus villancicos desafinados, de sus pesebres, de su árbol lleno de luces. Para estimular la creatividad y la imaginación, para aprender a hacer nuevas cosas juntos, para conocer diferentes formas de celebrarla.
Hijo, nunca elimines de tu vida la MAGIA que te regala cada NAVIDAD.