Sònia

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divendres, 13 de març del 2020

¿Cómo se EDUCA ante el MIEDO?


Vivimos días de máxima incertidumbre, rodeados de noticias sesgadas que nos confunden, de situaciones que no controlamos. El coronavirus ha dado un giro de 180º a nuestras vidas y lo ha paralizado casi todo. El pánico se apodera de parte de la población dejando imágenes bien pintorescas. Un miedo que paraliza y se contagia a máxima velocidad.

El miedo es una emoción natural, primaria y adaptativa que puede llegar a bloquearnos, modificar nuestra conducta y hacernos tomar decisiones poco acertadas. Un sentimiento que puede dominarnos y anular la razón.

Por este motivo, y en una situación tan excepcional como la que vivimos,  nuestros hijos necesitan mamás y papás que mantengan la calma y les ayuden a entender todo lo que está pasando con serenidad y mucha comprensión.

Adultos que no les expongan a medios de comunicación que no tengan la capacidad de entender, que se conviertan en modelos asertivos a la hora de gestionar todos los cambios, que les transmitan confianza y seguridad.

¿Cómo se educa ante el MIEDO?

Lo primero que deberíamos hacer es explicarles que TODOS tenemos miedo y que no por eso somos unos cobardes. Que al miedo se le hace frente PLANTÁNDOLE CARA con valentía, de forma gradual, hablando de él sin tapujos ni vergüenza.

Enseñando que la mejor manera de afrontar el miedo, al igual que el resto de emociones, es poniéndole nombre, validándolo, acogiéndolo y aprendiendo herramientas para poder luchar contra él.

Mostrando grandes dosis de amor, empatía y  paciencia. Haciéndoles sentir que entendemos y respetamos todo aquello que sienten y que estamos a su lado sin condición. Jamás los ignoremos o ridiculicemos.

Explicando que el problema no reside en tener miedo sino en el efecto que éste tiene sobre nuestras vidas. Mostremos un modelo positivo de conducta  y ayudémosles  a convertir  el miedo en prudencia.

Educando sin sobreprotegerlos, informándoles de todo aquello que es importante que sepan adaptándonos a cada edad. Evitemos datos o cifras que les puedan alarmar pero expliquémosles todo aquello que deberían saber con honestidad y rigurosidad.

No utilicemos nunca el miedo en forma de amenaza para lograr que nuestros hijos obedezcan, acepten o modifiquen ciertas conductas o valores. El miedo se hace monstruo cuando lo usamos erróneamente.

Enseñando técnicas de relajación, escuchando música tranquila o practicando la respiración en los momentos que se sientan más nerviosos y muestren dificultades para aceptar la situación con serenidad.

Recordemos siempre que al miedo se le combate con grandes dosis de humor; riámonos juntos de él, dibujémoslo, inventemos historias divertidas. Ayudémosles a entender con grandes dosis de afecto que todo esto pasará y que pronto volveremos a recuperar la normalidad.