Sònia

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dimecres, 17 de juny del 2020

OCHO LECCIONES DE VIDA

Nadie hubiese imaginado jamás un curso escolar como este. De la noche a la mañana la escuela cerró sus puertas y las aulas se trasladaron a los comedores o habitaciones de nuestros alumnos. Una situación completamente excepcional que hizo que se construyese en pocos días una escuela "on-line" llena de imperfecciones.

Una educación a través de las pantallas que ha echado mucho de menos el poder de los abrazos y el contacto directo. El refuerzo positivo diario, el acompañamiento consciente, las miradas cómplices. Unas clases telemáticas que han hecho más grande la brecha social que sufren algunos de nuestros pequeños.

Un curso académico que acaba para todos con un mal sabor de boca, con una sensación de impotencia y distanciamiento. Con maestros y familias agotadas. Lejos de muchos de los objetivos que nos habíamos propuesto. Convencidos que las clases presenciales son imprescindibles para despertar las ganas de aprender, que la información no es conocimiento, que la figura del maestro no puede ser sustituida por las nuevas tecnologías.

Estos meses nos han servido a todos para darnos cuenta que la educación va mucho más allá de transmitir contenidos y procedimientos que en ocasiones únicamente premian la memoria repetitiva.

Ojalá esta pandemia nos haya hecho reflexionar a profesores y familias sobre la necesidad que nuestro sistema educativo se centre en desarrollar las habilidades y capacidades necesarias para que nuestros pequeños desarrollen la valentía necesaria para sobresalir de ellos mismos, para ser resilientes, para poder enfrentarse al cambio.

Ojalá seamos capaces a partir de ahora de reorientar el sistema educativo para centrarlo más que nunca en la persona, para ofrecer a todos las mismas oportunidades, para conseguir acompañar siempre con afecto y confianza.

En estos días en los que muchos de nuestros alumnos o hijos se gradúan ojalá todos hayan aprendido estas ocho lecciones de vida:

1. VIVE el AHORA para que nunca puedas arrepentirte de que el tiempo se te haya escurrido entre los dedos, sin que te pese el pasado ni te ciegue el futuro. Reinvéntate a diario, involúcrate, impacta con tu trabajo, ves siempre más allá de lo ordinario. Baila con las dificultades, comprométete con lo que sientas, sueña en grande.

2. Nunca olvides que lo importante es lo que ERES y no lo que logras hacer. Se de esos que SUMAN, que ofrecen, que merecen lo que consiguen, que viven con pasión. Da siempre rienda suelta a tu GENIALIDAD. Los resultados nunca serán fruto de la casualidad.


3. QUIÉRETE con avaricia, sonríete a diario ante el espejo, mímate. Perdona tus tropiezos, respétate, aprende a decir no. No seas un fraude contigo mismo, cumple tus promesas, reconoce tus grandezas. Escúchate con atención.

4. Sé VALIENTE y toma DECISIONES. Haz que tus metas sucedan, no sientas miedo al mirar diferente, cree en tu INSTINTO. Vuélvete un experto en aquello que te haga realmente feliz. No vivas demostrando.

5. SUEÑA GRANDE y no permitas que los otros te presten sus sueños. Dibuja tu propio mapa, haz sin dejar dudas, conviértete en un inconformista, sé lo que realmente deseas. Crea oportunidades

6. Trabaja con tus MIEDOS a diario, falla útilmente, ponle nombre a los monstruos que te atormentan. Acepta tu vulnerabilidad, aprende a caminar por la cuerda floja, ponle compás a la incertidumbre.

7. Recuerda siempre que lo importante no es lo que nos pasa sino la ACTITUD con la que nos enfrentamos a ello. Enfoca correctamente, vive en equilibrio, identifica y pausa tus emociones, se HONESTO.

8. Ríe con EXCESO, salta los márgenes, ama tu caos, prueba sin miedo. Sé agradecido, consciente de lo mucho que ya tienes. No te mientas ni postergues.

PELEA a diario por aquello que te HAGA FELIZ.

diumenge, 14 de juny del 2020

¿Y AHORA QUÉ?


Nada ha salido como esperábamos. Nadie hubiese imaginado que casi de un día para otro todo quedaría congelado. Una pandemia que nos ha roto por dentro, que ha desmoronado gran parte de nuestra vida, que nos ha encerrado entre cuatro paredes.

Un confinamiento que nos ha puesto al límite, que nos ha hecho perder de un zarpazo algunos de nuestros sueños, que ha sido capaz de sacar nuestra peor y mejor versión. Que nos ha contagiado de miedo y nos ha recordado lo vulnerable que es la vida. Que nos ha zarandeado el alma sin condición.

Muchas veces nos habían dicho que todos deberíamos vivir una situación que nos obligase a empezar de cero, que nos hiciese replantear nuestra existencia, ahora la tenemos juste delante. 

Un virus que nos ha zarandeado el alma sin miramientos. Que nos ha enseñado la necesidad de vivir sin condiciones, reservas, sin excusas. A mirar las cicatrices con cariño y a darnos cuenta de lo valiente que podemos llegar a ser. A proteger a los nuestros con uñas y dientes, a descubrir nuevos vínculos y talentos.

Que nos recordado la necesidad de ser mucho más agradecidos, que nos ha mostrado realmente a quien queremos cerca, que nos ha regalado el decir mucho más te quiero. 

Ojalá este confinamiento nos haya transformado positivamente aunque sea con arañazos o nos sirva de revulsivo para cambiar todo aquello que no nos gusta cada vez que nos miramos al espejo.

Ojalá seamos capaces de creer que no hay mejor momento que el AHORA, de tener las agallas necesarias para empezar a caminar aunque el destino sea incierto. Para hacer las cosas con el alma, cumpliendo todas aquellas promesas que nos habíamos hecho. 

Ojalá dejemos de lamentarnos y pongamos nuestra energía en ACTUAR. Estableciendo prioridades, valorando a la persona en la que nos hemos convertido, aprendiendo a buscar las mejores alianzas.

Ojalá vuelvan a entusiasmarnos los inicios.

Ojalá este confinamiento nos haya reconciliarnos con cada uno de nuestros fantasmas.

Ojalá hayamos aprendido a crear nuevos vínculos, a descubrir talentos.

Ojalá esta crisis nos haga ser mejores.