Sònia

Sònia

dissabte, 23 de maig del 2020

EMOCIONES en tiempo de "DESCONFINAMIENTO"

- Educar la mente sin educar el corazón no es educar.

- Validar emociones es la mejor manera de acompañar y querer sin condición.

- El apego seguro es el cordón umbilical del amor.

Prestamos poco interés a nuestras emociones cuando en realidad somos un revoltijo de ellas. Las emociones condicionan nuestra forma de mirar el mundo, agitan nuestras ilusiones, nos hacen tomar decisiones desde el corazón. Son capaces de sacar de nosotros lo mejor y lo peor.

Si algo ha marcado estos días de confinamiento ha sido la intensidad en la que hemos vivido cada una de nuestras emociones. El miedo, la incertidumbre o la frustración nos han acompañado día y noche pero también la esperanza, la admiración o la gratitud. Conjugar ambos estados emocionales tan ambivalentes nos ha generado mucho desconcierto.

Nuestros pequeños también han experimentado este carrusel de emociones y han observado como nosotros les hacíamos frente. A pesar de haber demostrado gran capacidad de adaptación muchos de ellos se encuentran en un momento de elevada reactividad emocional mostrándose mucho más sensibles, irritables o miedosos.

Con problemas para conciliar el sueño, para respetar las normas, para hacer las tareas con concentración.

Ahora más que nunca la EDUCACIÓN EMOCIONAL debería convertirse en el centro vertebrador de nuestro acompañamiento, un aprendizaje centrado en poner en comunión mente y sentimiento, en encontrar el equilibrio en el sentir.

Un aprendizaje que les permita entender lo que les recorre por dentro, que les haga sentir que entendemos las emociones por las que transitan, que les enseñe a hacer frente a todos los retos que la vida les regala a diario.

Una gestión emocional que les proporcione salud mental y bienestar, que les enseñe a quererse sin reproches, que les haga empáticos, resilientes y agradecidos. Que les permita conocerse sin caretas.

¿Cómo podemos ayudarles en esta GESTIÓN EMOCIONAL?

1. Creemos espacios diarios donde puedan expresarse con libertad y compartir todo aquello que sienten, necesitan o les preocupa . Momentos llenos de confianza donde nos mostremos empáticos y comprensivos con todo aquello que nos explican.

2. Enseñémosles a escuchar y comprender todo aquello que sienten. A etiquetar las emociones para que puedan adueñarse de ellas y legitimarlas, aprendiendo a regular sus efectos desde la calma y la reflexión.

3. VALIDEMOS cada una de sus emociones sin juzgarlas. Sintonizando con ellos y potenciando el autoconocimiento y la autoregulación.

3. Expliquémosles que no hay emociones buenas ni malas, todas son necesarias. Ayudémosles a potenciar las emociones agradables a través de actividades que les generen alegría: jugar, cantar, la práctica deportiva... Potenciemos mucho su automotivación e iniciativa personal.

4. Acompañémosles desde el RESPETO y la CALMA con miradas que entiendan, con abrazos que arropen, con besos que reconforten. Respetemos ritmos y valoremos todos los esfuerzos.

5. Enseñémosles a ser agradecidos,  a interesarse por los que los otros sienten, a escuchar activamente.

6. Establezcamos límites claros, concretos y estables que les proporcionen seguridad y protección. Reforzando las conductas positivas y ayudándoles a reconducir las poco acertadas.

7. Seamos un modelo positivo en la gestión de nuestras propias emociones compartiendo con ellos lo que sentimos de manera saludable, con actitud positiva, mostrándoles nuestras herramientas de autorregulación emocional.

8. Estemos siempre atentos a las señales de alarma que nos informan que algo no va bien. Las rabietas, los lloros, los enfados constantes nos explican que hay emociones no resueltas que nuestros hijos necesitan solucionar.

dissabte, 16 de maig del 2020

EDUCAR LA RESILENCIA

Y ahora ¿cómo vamos a salir de esta?

No dejando que nos pueda el desánimo.

¿Aunque parezca que nada va a ser como antes?

Habrá que inventar una nueva fórmula de hacer las cosas.

Sin duda la RESILENCIA es una de las competencias más difíciles de enseñar. Las personas resilientes tienen la capacidad de hacer frente a las adversidades que les presenta la vida, superarlas y transformarse positivamente por ellas. 

En una situación tan excepcional como la que vivimos, repleta de incertidumbre, la resilencia va a ser sin duda la capacidad que más vamos a necesitar educar. Enseñar a nuestros pequeños a desarrollar las habilidades necesarias para enfrentarse a una nueva realidad repleta de cambios y dificultades desde una actitud positiva.

Aprender a vivir sin controlar qué pasará mañana, a saber exprimir el AQUÍ y el AHORA, a innovar en todas las facetas de nuestra vida. A saber bailar con lo inesperado conectando con las emociones, aceptando que quien arriesga puede perder pero es inmensamente más feliz.

¿Cómo educar la RESILENCIA?

1. Es esencial que nuestros pequeños entiendan que el CAMBIO es parte indiscutible de la vida, que nada es eterno, que como hemos visto con el COVID-19, todo puede cambiar de la noche a la mañana.

2. Enseñémosles a convertir cada contratiempo en una gran oportunidad para aprender, para mejorar. A ver el error como parte imprescindible del aprendizaje, a convertir el esfuerzo en el mejor aliado. Seamos el mejor modelo que puedan tener.

3. Asegurémonos que saben que creemos en ellos sin CONDICIÓN, que reconocemos cada uno de sus logros, que les encorajemos en cada uno de sus pasos. Ofreciéndoles nuestra seguridad y protección.


4. Potenciemos su autoestima,  pilar del aprendizaje. Ayudémosles a ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones, a confiar en sus capacidades, a descubrir sus talentos. 

5. Potenciemos la creatividad y flexibilidad ante las adversidades  como la mejor arma para buscar soluciones, donde el humor y la tenacidad se conviertan en los mejores socios. 

6. Enseñémosles a buscar ayuda cuando lo necesiten, a trabajar en equipo, a ser empáticos y bondadosos con los que les rodean. A ser agradecidos sabiendo valorar lo mucho que poseen. 

7. Diseñemos juntos nuevos desafíos por los que trabajar, teniendo muy presente que el esfuerzo y la constancia serán la clave para el éxito. 

8. No justifiquemos los errores ni les evitemos las adversidades, exijámosles que se comprometan con cada una de sus decisiones sin excusas ni reproches. 

9. Animémosles a enamorarse de la vida, a aferrarse a los sueños, a querer mejorar día a día. A reflexionar sobre el por qué de las cosas, a verbalizar los miedos, a ver la vida siempre desde la mejor perspectiva. 

dissabte, 2 de maig del 2020

EL MEJOR OFICIO DEL MUNDO

Más de 14 años después sigo pensando que ser mamá es el mejor OFICIO del mundo...

Ojalá antes de ser mamá alguien me hubiese explicado que existían mil formas de entender la maternidad y que todas eran acertadas. Que a ser mamá se aprende a la vez que aprenden a serlo nuestros hijos. Que la maternidad es el único oficio del mundo en el que primero te otorgan el título y luego cursas la carrera, una licenciatura abarrotada de aprendizajes diarios, de incertidumbre, de errores que enseñan.

Ojalá alguien me hubiesen aclarado que mis hijos no necesitaban una madre perfecta, sólo alguien que les acepte y les acompañe sin condición. Que les acepte y no les ahogue con sus expectativas. Que se sepa cuidar para poder acompañar con calma, que les quiera con avaricia y les proteja. 

Ojalá me hubiesen explicado que la maternidad iba a cambiar mi manera de ver el mundo, mi concepción del tiempo, de los hechos y del sentir. Que me haría más constante, más valiente, más tenaz. Pero que sobretodo me enseñaría a priorizar y a saber que es lo realmente importante.

Ojalá me hubiesen aclarado que las mamás tenemos derecho a la QUEJA, a sentirnos agotadas, a explotar. A no tener la solución para todo, a sentir miedo.

Ojalá me hubiesen contado que en la educación de mis hijos no iban a existir atajos ni formulas mágicas. Que que se educa con el ejemplo, con grandes dosis de paciencia y comprensión.  Que la impaciencia, las etiquetas, los gritos y los castigos no servirían para aprender. 

Que la mejor manera de quererlos es acompañándoles sin proteger, respetando sus ritmos e intereses, despertando las ganas de aprender. 

Ojalá me hubiesen obligado a pedir ayuda cuando la necesitaba, repetido que las recetas de otras mamás no servían con mis hijos, que lo estaba haciendo bien aunque lo dudase. 

Ser mamá se ha convertido en el viaje más maravilloso de mi vida, en mi gran vocación. Sin duda el  mejor oficio del mundo, ese que me hace desaprender a diario y me hace mucho mejor.