Sònia

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dissabte, 4 de maig del 2019

SER MAMÁ, EL MEJOR OFICIO DEL MUNDO

Ojalá antes de ser mamá alguien me hubiese explicado que existían mil formas de entender la maternidad y que todas eran acertadas. Que ser mamá es el único oficio del mundo en el que primero te otorgan el título y luego cursas la carrera, una licenciatura abarrotada de aprendizajes diarios, de incertidumbre, de errores que enseñan.

Ojalá alguien me hubiesen aclarado que mis hijos no necesitaban una madre perfecta, sólo alguien que les acepte y les acompañe sin condición. Que les quiera con avaricia, que les proteja, que les susurre al oído que siempre va a estar a su lado.

Ojalá me hubiesen explicado que la maternidad iba a cambiar mi concepción del tiempo, de los hechos, del sentir. Que ser mamá me haría más constante, más valiente y cambiaría mi forma de ver el mundo. Pondría en orden mis sentimientos, me haría más flexible y me enseñaría a priorizar. 

Ojalá me hubiesen asegurado que las mamás tenemos derecho a la QUEJA, a sentirnos agotadas, a exigir tiempo para cuidarnos. A no tener la solución para todo, a sentir miedo, a dudar.

Ojalá me hubiesen contado que en la educación de mis hijos no iban a existir atajos ni formulas mágicas.  Que la peor forma de educar era a través de la impaciencia, las etiquetas o los niveles de exigencia pocos acertados. Mediante gritos, castigos o amenazas que poco solucionan.

Ojalá me hubiesen enseñado a que se educa con el ejemplo, con grandes dosis de paciencia y comprensión. Aprendiendo a relativizar, sin maximizar los problemas, escuchando.

Estando presente, confiando, con mucho sentido común y del humor. Acompañando sin proteger, respetando ritmos e intereses, despertando las ganas de aprender. Con el objetivo que sean felices, agradecidos y se acepten sin excusas.

Ojalá me hubiesen advertido que la CULPA iba a convertiste en mi una nueva compañera de viaje. Una culpa que iba a limitarme, a hacerme creer que no lo podía hacer mejor.

Ojalá me hubiesen obligado a pedir ayuda cuando la necesitaba, a saber que las soluciones rápidas o las recetas de otras mamás no servían con mis hijos, que lo estaba haciendo bien aunque lo dudase. Que a ser mamá se aprende a medida que crecen nuestros hijos.

Hoy día de la madre , después de casi catorce años de maternidad, sigo sintiendo que ser mamá se ha convertido en el viaje más maravilloso de mi vida, en mi gran vocación. Sin duda el  mejor oficio del mundo, ese que me hace desaprender a diario y me hace mucho mejor. 

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