Sònia

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dimarts, 18 d’abril del 2023

Claves para que los niños no mientan: si no quieres que lo hagan, no lo hagas tú

 Si había algo que preocupaba e impacientaba enormemente a mis padres era que les dijese una mentira. Les molestaba mucho descubrir que no les había dicho la verdad. Yo era capaz de inventar historias sin mucho sentido para evitar que se enfadasen conmigo o culpabilizar a mis hermanas para que no me riñeran. A menudo con mis embustes intentaba evitar las consecuencias que sabía que iba a tener por no haber sido responsable con mis tareas o haber obrado correctamente. 

Mi padre siempre me decía que era fácil averiguar si estaba mintiendo porque se me ponían los mofletes rojos y no era capaz de mirarle a los ojos. Esos engaños inocentes creaban una situación muy incómoda y desagradable en casa, minando seriamente la confianza que tenían en mí y creando un clima muy tenso.

Todos los niños mienten en alguna ocasión. Esta capacidad no es innata, sino que se va aprendiendo con el paso del tiempo. Los expertos marcan los siete años como la edad de inicio de los embustes intencionados y utilizados como una herramienta con la cual se pretende obtener algún beneficio. Esto no quiere decir que antes de esa edad un niño no pueda mentir, pero lo hará de forma inconsciente y a causa de su dificultad para diferenciar aún correctamente la fantasía de la realidad.

Numerosas investigaciones psicoeducativas coinciden en afirmar que las mentiras son parte natural del proceso comunicativo y del desarrollo cognitivo, emocional y social del menor. A través de ellas, los niños exploran los límites y aprenden a vivir en una sociedad que, a menudo, es exigente con ellos y cambia a mucha velocidad. 

En la adolescencia, estos embustes habitualmente tienen que ver con la búsqueda y la necesidad de libertad e independencia o con el miedo a defraudar o a ser juzgados.

Un niño puede mentir por diferentes motivos: con la intención de llamar la atención de los adultos que le acompañan, para poder hacer frente a la frustración, para evitar las consecuencias de una conducta inapropiada o para eludir responsabilidades son algunas de ellas. También puede faltar a la verdad para sentirse superior a sus iguales, para complacer a alguien al que no quiere decepcionar, para ganar la aprobación de las personas que le quieren o por el exceso de exigencia que un adulto ejerce sobre él.

No es difícil que una familia se dé cuenta de que su hijo está mintiendo. Cuando un niño engaña se suele mostrar ansioso, inseguro, su expresión corporal suele ser tensa y en sus explicaciones suelen aparecer contradicciones y datos inconexos. 

En el caso de que mienta de forma recurrente, los padres deberán investigar el motivo que provoca esa conducta. Podría tratarse de un caso de baja autoestima o debido a la mala gestión de emociones, como el miedo o la inseguridad. También podría utilizar las mentiras para ocultar otras cosas que le estén sucediendo y que están impidiendo un comportamiento natural.

Seguir leyendo: https://elpais.com/mamas-papas/expertos/2023-03-04/claves-para-que-los-ninos-no-mientan-si-no-quieres-que-lo-hagan-no-lo-hagas-tu.html



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