Sònia

Sònia

dimarts, 19 de gener del 2016

Una y mil gracias

- ¿Qué sentiste al verme por primera vez?

- Es muy difícil explicarlo con palabras, me hiciste sentir la mamá más feliz del mundo.

- ¿Igual que cuando nació Pol?

- Exactamente igual.

- ¿Y te gusté des del principio? Todos dicen que al nacer somos feos.

- Yo me enamoré de ti al instante, tu mirada me cautivó.

- Mamá cuando sea mayor, ¿me seguirás queriendo?

- ¿Sabes qué? el amor de una mamá es incondicional, inagotable y se multiplica sin perder fuerza.

El día que tu hijo pequeño cumple 8 años te das cuenta de lo rápido que pasa el tiempo. Parece que fue ayer cuando lo acunaba, soñaba con que durmiese 5 horas del tirón, se acabase su biberón o le ofrecía mi mano para dar sus primeros pasos.

Es justo, al verlo soplar las velas del pastel, cuando me doy cuenta lo feliz que me hace y lo privilegiada que soy al poder ejercer el mejor oficio del mundo. Aquel que te permite mejorar día a día y te recuerda constantemente que tú también fuiste una niña. La única profesión que es capaz de sacar la mejor versión de ti a diario y te regala cariño sin condición.

De espíritu aventurero, truhán como pocos, un virtuoso de la espontaneidad, sin miedo al que dirán. Osado, impetuoso, una auténtica bocanada de aire puro, capaz de reírse de él mismo. Un lustro y tres años de aprendizajes, resbalones y aciertos, sonrisas y llantos, pruebas y fracasos, de querernos y enamorarnos .

Gracias...

Por convertir a diario lo ordinario en extraordinario.

Por contagiarme tu vitalidad y optimismo.

Por quererme sin pros.

Por recordarme la importancia de experimentar sin miedo a fallar.

Por ser capaz de capturar las emociones que otros no pueden percibir.

Por enseñarme a disfrutar de los éxitos de los demás.

Por verme guapa aquellos días que soy incapaz de mirarme al espejo.

Por hacerme reír en momentos delicados.

Por poner color a mi existencia.

Por querer participar en cada uno de mis proyectos.

Por mostrarte crítico con algunas de mis decisiones.

Por no tener miedo a decirme que estoy insoportable.

Por enseñarme a ver siempre el lado positivo de lo que está ocurriendo.

Por recordarme la necesidad de saltarme alguna norma.

Por dar la importancia justa a las cosas.

Por valorar todo aquello que papá y mamá hacen por ti.

Por buscarme en la banda para dedicarme alguno de tus goles.

Por recordarme lo mucho que echas de menos al abuelo.

Por saber mirar el pasado con cariño.

Por decir te quiero sin miedo al ridículo.

Por intentar cosas nuevas sin miedo a fallar.

Por apretar mi mano bien fuerte cada vez que cruzamos la meta en una maratón.

Por animarme a no abandonar mis sueños.

Por erizarme la piel cada vez que me llamas mamá.

Por hacerme tan intenso el camino a tu lado.


4 comentaris:

  1. Que bonito sonia; yo estoy disfrutando mucho todas las etapas de mi hijo; si que es el oficio mejor del mundo!

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  2. Jo Sonia! cuanto más te leo más me gustas. Me ha encantado este post. Llorando a moco tendido estoy, porque me veo reflejada en tus palabras y pienso en mi mayor, mi pequeño gran hombre, que sólo tiene tres añitos y medio, y parece que fue ayer cuando nació... y lo cierto que es que el amor de una mamá es incondicional, inagotable y se multiplica sin perder fuerza. Un besazo.

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