El verano va tocando a su fin, los días van acortándose poco a poco. En breve volveremos al ritmo acelerado del invierno y pronto añoraremos el susurro del mar. Ahora con calma toca saborear cada uno de los recuerdos y empezar a programar lo que vendrá, que seguro será mucho mejor. Han sido casi dos meses de desconexión laboral para pasar a ejercer de madre 24 horas al día, 7 días a la semana, al igual que lo hacen las estaciones de servicios. Para cualquier necesidad "aquí está mamá", aquí no se cierra por vacaciones ni por festivo.
Verano de viajes y sal. De río y altas montañas. De agua fría y tormentas inesperadas. De rutas siguiendo el GPS e idiomas diversos. De campus deportivos y monumentos. Gastronomía variada, fotos y museos. De lecturas interrumpidas y películas compartidas. La frase más repetida a mi alrededor ha sido "mamá, mira lo que hago." Horas robadas al alba para entrenar y disfrutar del tan deseado silencio. Paciencia en ocasiones en baja batería.
Ha habido tiempo de descansar, aprender, sonreír, pensar, planificar, soñar, llorar, probar, compartir, reír, gritar, desconectar, abrazar, descubrir, pelear, perdonar, caer y volverse a levantar. Amigos y tíos, abuelos y los cuatro en solitario. Ritmo pausado y poca programación. Aprendizajes a pasos agigantados de los reyes de la casa que me provocan gran admiración. Mezcla de querer que crezcan pero de no querer que se hagan mayor.
Ha habido tiempo de descansar, aprender, sonreír, pensar, planificar, soñar, llorar, probar, compartir, reír, gritar, desconectar, abrazar, descubrir, pelear, perdonar, caer y volverse a levantar. Amigos y tíos, abuelos y los cuatro en solitario. Ritmo pausado y poca programación. Aprendizajes a pasos agigantados de los reyes de la casa que me provocan gran admiración. Mezcla de querer que crezcan pero de no querer que se hagan mayor.
El cuerpo empieza a impacientarse y pide cada día más acción, con ganas de coger el ritmo otoñal. Ilusionada con todos los proyectos que llegarán. Feliz por ser mamá pero con ganas de volver a recuperar mi faceta más personal. Mi "yo" pide urgentemente rutinas y horarios bien marcados., silencio y soledad. Quizás cuando alguien me llame por mi nombre no se si sabré reaccionar. Mamá, mami, máma, madre a full time.
Me impera una enorme e inmediata necesidad de dejar de:
- Comer sin que ningún vaso de agua caiga "sin querer" a mi alrededor.
- Caminar por la calle sin miedo a que me atropelle un patinete que circula sin parar a mi alrededor.
- Simular que me gusta jugar a tenis-playa cuando yo lo que quiero es tirarme a tomar el sol.
- Buscar cangrejos en las rocas intentando no darme un resbalón.
- Fingir entender a todos los extranjeros que nos preguntan algo en inglés.
- Dejar de escuchar la "canción del verano" a todo volumen.
- Acarrear la sombrilla que al final nadie utilizará.
- Conducir sin que alguien no deje de preguntar cuando queda para llegar.
- Conducir sin que alguien no deje de preguntar cuando queda para llegar.
- Sudar para construir el castillo de arena más molón.
-Dejar de acabarme los helados cuando el pequeño "no puede más".
- Odiar llevar chanclas cuando uno de ellos me pisa por detrás.
- Comer o cenar sin ver dibujos animados o una ridícula serie infantil.
- Enojarme cada vez que me mojan "sin querer".
- Marearme en los barcos que se empeñan a coger.
- Marearme en los barcos que se empeñan a coger.
- Poner pegajosa crema de factor 50 sin que paren de moverse.
- Sentarme encima de una toalla tan llena de arena que parece la alfombra de un faquir.
- Dejar de sentirme como un mediador de la ONU en un centenar de conflictos entre hermanos.
- Pedir un millar de veces que bajen el volumen del televisor.
-Justificar la importancia que tiene hacer deberes de verano.
- Negociar el tiempo que pueden estar jugando a la Play.
- Poner tatuajes que salen en las bolsas de cualquier aperitivo que después cuestan tanto de sacar.
- Intentar no dormirme en el cine mientras veo el último somnífero estreno infantil.
- Aparentar que me gusta observar aves en las puestas de sol.
- Hacer aburridas manualidades en el club infantil del hotel.
- Hacerme la simpática con los niños que no paran de conocer.
- Subirme a atracciones que destrozan mi lumbar.
- Leer el periódico en tres días porque no hay tiempo para más.
- Dormir 10 minutos de siesta y ser despertada con un "no estarás durmiendo mamá".
- Ver salsa de tomate hasta en la ensalada y pensar que esto en invierno cambiará.
- Dormir 10 minutos de siesta y ser despertada con un "no estarás durmiendo mamá".
- Ver salsa de tomate hasta en la ensalada y pensar que esto en invierno cambiará.
Estoy convencida que de aquí a tres semanas volveré a echar de menos el oír constantemente la palabra mamá pero de momento necesito volver a la normalidad. Bye, bye verano.
Hija mía... cómo te entiendo!!! Todo es muy bonito pero yo también necesito un ratito de silencio!
ResponElimina