Sònia

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divendres, 30 de juny del 2023

Si pierdes los nervios o alzas la voz es normal: ser padre es el oficio más difícil del mundo

No cabe duda que una de las profesiones más difíciles de ejercer es la de ser madre o padre. Este es el único oficio del mundo en el que antes te otorgan el título y luego tienes que cursar la carrera. Una carrera de fondo por recorrer repleta de nuevas experiencias, de tropiezos e incontables lecciones por aprender que te exige siempre que muestres tu mejor versión. Una profesión, con sus luces y sus sombras, repleta de retos diarios en la que no existen atajos ni manuales de instrucciones que te aseguren que siguiéndolos serás exitoso en la educación de tus hijos. Una labor que demanda tener las habilidades necesarias para gestionar la crianza haciendo malabarismos con tu carrera profesional y el tiempo que necesitas para ti.

Nadie prepara a los progenitores para que puedan hacer frente a la multitarea, para que sepan resolver con equidad los conflictos entre hermanos, para pasar largas noches en vela, no entender el llanto del bebé o saber qué hacer cuando los límites no son respetados.

Un oficio con momentos de felicidad inmensa y también instantes que hacen replantearse todo y dudar de uno mismo continuamente. Que puede llegar a ser agotador, frustrante o estresante y que, en ocasiones, puede desbordar y llenar de culpa, desengaño o miedo. En el que las dificultades de comunicación o la falta de responsabilidad a la hora de cumplir con las tareas en casa hace que los padres y madres pierdan los nervios y saquen el peor humor.

Todos los progenitores sienten en algún momento que la educación de sus hijos les desborda. Que están desorientados y no poseen las estrategias necesarias para poder educar con serenidad, para entender correctamente las conductas de sus hijos y dar respuesta a todas las dificultades que van surgiendo en cada etapa de desarrollo. Pocos podrían afirmar que jamás han perdido los nervios ante una rabieta de su hijo o alzado la voz cuando las cosas no funcionaban como desearían. Pero tienen que ser muy conscientes que una cosa es enfadarse y otra es utilizar los castigos, los gritos o las amenazas como pedagogía educativa.

Todas las familias tienen la aspiración de desempañar este oficio con éxito, disfrutando con él, ya que, en gran medida, la destreza que logren a la hora de educar llega a determinar la felicidad y desarrollo del niño. Por eso es muy importante que se aprenda a educar desde el amor incondicional y la empatía. Que se acompañe desde la comprensión, la exigencia y el apoyo.

Un niño necesita que sus padres sean capaces de poner orden y calma cuando su cerebro parezca un caos, que le arropen cuando las cosas se compliquen, que le alienten a trabajar duro por aquello que desee. La educación de un hijo se puede vivir de formas muy distintas. Existen muchos modelos que podemos emplear a la hora de educar y cada madre o padre debe elegir aquel que le permita enseñar desde el respeto, la complicidad y la responsabilidad mutua.

dijous, 29 de juny del 2023

Cuando tu hijo adolescente empieza a volar del nido

Una de las emociones más complejas de gestionar en la maternidad es sentir que tu hijo adolescente ha dejado de necesitarte. Que se ha alejado de ti y muestra poco interés por pasar tiempo juntos, por compartir contigo todo aquello que le pasa o le preocupa, por escuchar tus consejos u opiniones.

Sentir que tu corazón se hace pequeño al ver que lo estás perdiendo, al saber que no volverá a ser aquel niño pequeño que te necesitaba casi para todo, al comprobar como ha cambiado la forma en la que te habla y expresa su cariño. Observar como en él todo cambia; su actitud en la familia, sus preferencias, sus expresiones y el tono de sus respuestas.

Nadie te prepara para asumir que tu hijo ha crecido tanto y a esa velocidad y pronto emprenderá su propio camino. Para aceptar que a partir de ahora te va a necesitar de forma muy diferente y va a tomar sus propias decisiones sin importarle demasiado si te parecen bien o mal.

Un duelo que te descoloca, entristece y te obliga a reconstruir tu vida nuevamente. Que te obliga a entender sus silencios, a aceptar que a partir de ahora las reglas de vuestra relación van a cambiar.

Durante la adolescencia la relación entre padres e hijos se transforma radicalmente. En muchas ocasiones, se tensa instalándose en casa el mal humor y los conflictos casi constantes que nos condenan a no entendernos. Una situación que te llena de incertidumbre, malestar y mucha vulnerabilidad. Que te hace sentir que todo lo que habías conseguido en términos educativos durante la infancia, con mucha paciencia y perseverancia, parece desplomarse como un castillo de naipes.

Qué difícil resulta acompañar a un adolescente con calma y empatía cuando se muestra tan distante, impertinente y arisco. Cuando exige su libertad con torpeza, no asume sus responsabilidades y es incapaz es de modular correctamente sus emociones. Cuando paga su frustración contigo y te alza la voz.

No es sencillo aceptar que sus necesidades hayan cambiado tanto y quiera cambiar las normas y rutinas que tan bien os habían funcionado hasta el momento. Que se muestre tan reservado y rechace tus muestras de cariño.

Aunque sientas que se ha convertido en un auténtico desconocido al que únicamente le importa sus amigos, estar fuera de casa y conseguir lo que le apetece, es el momento de su vida que más necesita que estés a su lado sin condición. Que le muestres tu mejor versión aunque haya días en los que sientas que ya no puedes más.

No cabe duda que tu adolescente se muestra a menudo impulsivo, irreverente y malhumorado pero, si eres capaz de leer entre líneas sus palabras y conductas, verás que no lo hace por fastidiarte o acabar con tu paciencia, sino simplemente porque camina por un laberinto donde en muchos momentos se siente perdido y vulnerable. Donde avanza a tientas a través de una oscuridad que le colma de inseguridad y miedo y le hace comportarse en ocasiones de forma desajustada y pretenciosa.

Tu adolescente también está transitando por un duelo, vive en una constante contradicción entre el deseo de crecer y conseguir la ansiada libertad y seguir conservando los privilegios que tenía cuando era un niño.

Aunque en muchas ocasiones resulte muy complicado, esta etapa educativa debería convertirse en una gran oportunidad para seguir fortaleciendo el vínculo con él, para ofrecerle tu ayuda en todo aquello que necesite, para hacerle sentir que entiendes que para él es muy difícil hacerse mayor.

¿Qué necesita ahora tu hijo de ti ?

1. Que haya crecido tanto no significa que no siga necesitando tu presencia, disponibilidad y apoyo. Tus consejos respetuosos y tu afecto. Hazle sentir a diario que estás a su lado sin peros ni pros, que le aceptas tal y como es y te hace muy feliz ver en la persona que se está convirtiendo.

2.  Ofrécele la seguridad y orientación que necesita en esta etapa tan convulsa repleta de cambios. Acompaña su tristeza, irritabilidad o temores con grandes dosis de cariño y comprensión. Respeta la intimidad que necesita, sus ritmos de aprendizaje y estados anímicos utilizando un lenguaje lleno de afecto y positividad que le haga sentirse valorado.


3.   Aprende a escoger las batallas buscando el lugar y el momento y adecuado para poder hablar con él con tranquilidad cuando no sepa controlarse. Un espacio donde pueda expresarse u opinar con libertad sin sentir que le interrogas o cuestionas sus emociones o necesidades
 
4.   Propicia una comunicación basada en el respeto donde tu hijo pueda expresar lo que siente o necesita sin sentirse juzgado. Eliminando de vuestras conversaciones las críticas desmesuradas o los juicios de valor que tanto dañan su autoestima.
 
Tu hijo necesita tener a su lado un adulto sereno y capaz de entender el espacio y la confianza que ahora necesita. Que le ayude a empezar a volar del nido con grandes dosis serenidad, amor incondicional y optimismo. Que le dejes aprender a su manera aunque se equivoque y no siempre tome las mejores decisiones sin reprochárselo.
 
No pierdas la oportunidad de recordarle a diario lo mucho que le quieres y que pese que haya crecido tanto estarás a su lado siempre. 


Regalos a los profesores para el fin de curso: ¿qué opinan los padres?

 En unos días finalizará el curso escolar 2022-2023 y con su cierre llegarán las ansiadas vacaciones para toda la comunidad educativa. Después de largos meses de trabajo y responsabilidades llegan unas semanas para disfrutar al máximo del tiempo libre. Días para desconectar de las tareas escolares, de los exámenes, para estar en familia sin prisas y vivir miles de nuevas experiencias en la playa, la montaña o viajando. Y siempre que termina el año escolar resurge el debate de si es necesario o no hacer regalos a los profesores. Unos obsequios que se realizan especialmente en Educación Infantil y Primaria, y que en Secundaria suelen desaparecer. Con ellos se pretende valorar y agradecer la tarea docente, pero no todo el mundo está de acuerdo con hacerlos.

Tanto las familias como los docentes tienen opiniones diversas al respecto, lo que en ocasiones provoca muchas controversias y malos entendidos en los grupos de WhatsApp de las clases, en las asociaciones de familias o dentro de los propios claustros de profesores creando una situación incómoda. En muchas ocasiones, lo que empezó siendo un pequeño detalle hecho por los propios niños y niñas de la clase, como un dibujo o un pequeño texto donde se le daba las gracias al tutor o la tutora, ha acabado convirtiéndose en regalos con un valor económico importante. La aportación de cada familia, por mi experiencia, suele rondar entre los 2 y los 20 euros.

Tenía curiosidad en conocer qué opinan los progenitores. Al preguntar a diferentes padres o madres sobre si se debe hacer un obsequio al profesorado al final de curso encontré respuestas muy dispares. Algunos lo ven muy conveniente porque es una buena forma de agradecer al docente el trabajo realizado con sus hijos; otros están en contra de los regalos, dicen, porque los profesores ya reciben su sueldo; y están también aquellos que, aunque no lo ven necesario, acaban haciendo su aportación para evitar las críticas de los otros padres de la clase.

Raquel Marín, madre de cuatro hijos que asisten a una escuela concertada de Madrid, me contaba que tiene la sensación de que los regalos a los profesores se han vuelto obligatorios y que existe una competición entre las clases para ver cuál hace el regalo más caro y exótico: “Y para las familias numerosas, como la mía, supone un gasto extradesmesurado que normalmente supera los 40 euros en total. Y si decides no participar en él, algunos no dudan en criticarte sin contemplaciones”.

Hay padres que desean mostrarle a los tutores que están plenamente agradecidos por el trabajo que han efectuado con sus hijos. Uno de ellos es Pere Bosc, padre de dos niños de cuatro y siete años de una escuela pública de Santander. Bosc explica que en su casa siempre colaboran con el regalo que se propone en el chat de la clase: “En nuestra escuela jamás ha provocado ningún conflicto entre las familias. La aportación económica suele ser pequeña y solemos regalar al docente una planta, un libro, una bolsa para ir a la playa con el nombre de la clase o un bono para que pueda hacerse un masaje”. “Mi mujer y yo pensamos que es una forma sencilla de dar las gracias al docente por el trabajo que ha hecho con sus alumnos a lo largo del curso”, agrega Bosc.

Por su parte, Rosa González, mamá de una niña que cursa quinto de Primaria en Málaga, cree que no es necesario regalar nada al profesor porque al igual que el médico, el electricista o el dependiente del supermercado, este recibe su sueldo a final de mes: “Soy administrativa y ningún cliente me ha regalado nada por hacer bien mi trabajo. No querer regalar no significa que yo no valore el trabajo que hacen con mi hija. En casa colaboramos en el regalo porque no nos sentimos libres ni cómodos si no lo hacemos. No es fácil negarse a participar, aunque opine que sea una práctica poco adecuada y algo anticuada”.


Limitar el tiempo y otros consejos para evitar que tus hijos sean esclavos de la tecnología

Desde que las tabletas, los portátiles, las consolas y, especialmente, los smartphones llegaron a nuestra vida, hace ya unos cuantos años, nuestra forma de trabajar, comunicarnos, consumir e interaccionar con nuestro entorno ha cambiado radicalmente. Vivimos conectados casi las 24 horas a los dispositivos. Sin ser muy conscientes de ello, los consultamos de forma casi constante. Al levantarnos, mientras comemos, cuando caminamos por la calle, esperamos a alguien o incluso cuando compartimos sobremesa con amigos y familiares. Cualquier pretexto es bueno para echar un vistazo rápido a una notificación o enviar un mensaje a alguno de nuestros contactos.
Estos instrumentos móviles se han convertido en un elemento imprescindible e indispensable para la mayoría y nos han aportado muchas cosas positivas a nuestras vidas: nos permiten trabajar desde casa, jugar en línea, comunicarnos con nuestros seres queridos desde cualquier punto del mundo o acceder a cualquier tipo de información.
Pero pasar demasiado tiempo conectados a estos terminales, o hacer un mal uso de ellos, provoca consecuencias negativas tanto a nivel físico como mental. Si los utilizamos en exceso y sin ningún control puede conllevar adicción, problemas asociados con el sueño o la visión, sedentarismo o baja autoestima, en el caso de que en las redes sociales no se obtengan el número de seguidores o Me gusta que se desea, por ejemplo. Los niños y adolescentes no están exentos de padecer estos problemas porque están creciendo en un mundo digital que les envuelve y domina. Muchos de ellos pasan demasiado tiempo conectados a internet sin un control adecuado por parte de sus adultos de referencia.
Un empleo descontrolado de la tecnología puede provocar también en los hijos aislamiento, irritabilidad, estrés, bajo rendimiento académico y afectar directamente a sus relaciones sociales. El abuso de los dispositivos tecnológicos exige inmediatez, provoca hiperestimulación y dificulta la tolerancia a la frustración, llegando a convertirse, en algunos casos, en una golosina emocional que calma o esconde emociones como la tristeza, la ira, la inseguridad o el miedo.

La solución para que los niños y adolescentes hagan un buen empleo de sus dispositivos no pasa por prohibir de forma radical su uso. El objetivo de las familias debería centrarse en enseñarles a gestionarlos de manera adecuada y sana. Si desde bien pequeños aprenden a utilizarlos correctamente, las tecnologías pueden convertirse en grandes aliados para el aprendizaje, los momentos de ocio y el contacto con otros. Establecer unos hábitos saludables con los dispositivos tecnológicos es clave para evitar conflictos en casa o evitar el consumo de contenido inadecuado.
Claves para un buen empleo de la tecnología
  1. Limitar el tiempo en función de la edad del niño. Un aparato electrónico nunca puede sustituir el tiempo que los padres pasan con sus hijos o convertirse en la única forma de ocio, distracción o contacto con otras personas. Elaborar un horario donde se establezcan los momentos en los que el menor puede emplear los dispositivos en casa ayudará a evitar el abuso y mal uso.
  1. Continuar leyendo: https://elpais.com/mamas-papas/expertos/2023-06-22/limitar-el-tiempo-y-otros-consejos-para-evitar-que-tus-hijos-sean-esclavos-de-la-tecnologia.html