Sònia

Sònia

diumenge, 16 de juny del 2019

LO BUENO DE HACERSE MAYOR

El paso de los años te enseña que envejecer es un privilegio, un regalo, una oportunidad prolongada. Un viaje con únicamente billete de ida, una oportunidad que no todo el mundo tiene.

Lo bueno de hacerse mayor es que aprendes a mirar con calma, a dejarle poco espacio al miedo, a dejarte llevar por los impulsos.

Lo bueno de hacerse mayor es aprender a saber cuando estás en un sitio equivocado, a identificar a la gente que no suma, a no escuchar las críticas que no construyen.

Lo bueno de hacerse mayor es que te das la oportunidad de volver a empezar de cero las veces que hagan falta sin reproches, sin pavor a bailar con la incertidumbre, sin tener que justificarte constantemente.

Lo bueno de hacerse mayor es que aprendes a tratarte con dulzura,  a querer sin peros, a adaptarte al ritmo que la vida marca, a no necesitar tenerlo todo bajo control.

Lo bueno de hacerte mayor es que entiendes que no debes complacer a todos, sabes lo que no quieres y veta todo aquello que limita.

Lo bueno de hacerte mayor es que aprendes a encontrar la magia de los inicios, a escoger la forma en la que miras tus cicatrices, a creer en la intuición.

Lo bueno de hacerte mayor es que aprendes a tomar decisiones sin que te tiemble el pulso, a aceptar los errores sin sonrojarte, a dar las gracias con ternura.

Lo bueno de hacerte mayor es que te vuelves mucho más agradecida, aprendes a valorar los pequeños detalles, a saber quien te quiere sin excusas.

Lo bueno de hacerte mayor es que sientes sin filtros, escuchas sin reproches, creas tus por qués. 

Lo bueno de hacerte mayor es que aprendes a fortalecer tus habilidades, a controlar los impulsos, a no desear algo para lo que no estás preparado.

Lo bueno de hacerte mayor es que aprendes a valorar la sencillez,  a desear el ahora, a buscar atajos inteligentes.

Lo bueno de hacerte mayor es que te atreves a desafiar tus dudas, a ser propietario de tus retos, a soltar.

Lo bueno de hacerte mayor es poder ver crecer a tus hijos, sentirte orgullosa de cada uno de sus pasos, a morir de amor cuando te abrazan.

Lo bueno de hacerte mayor es soñar con los pies en el suelo, crear tus propias oportunidades, elegir lo que realmente te roba una sonrisa.

Lo bueno de hacerte mayor es que aprendes que VIVIR es URGENTE

dissabte, 15 de juny del 2019

OCHO LECCIONES REGALADAS A UN NIÑO EL DÍA DE LA GRADUACIÓN

Nos obsesionemos con transmitir a nuestros alumnos o hijos la mayor cantidad de formación posible. Les atiborramos de contenidos y procedimientos que no siempre son útiles, les exigimos sin censura, les robamos las ganas de aprender con itinerarios empobrecidos que en ocasiones únicamente premian la memoria repetitiva.

A menudo acabamos ofreciéndoles una educación academicista, una instrucción que poco les interesa basada casi exclusivamente en las calificaciones. Priorizamos la cantidad ante la calidad obviando estimular la curiosidad y las ganas de aprender.

Ojalá nuestro sistema educativo fuese siempre capaz de desarrollar las habilidades y capacidades de cada uno de nuestros pequeños con mimo y paciencia para lograr que sean personas con la valentía necesaria para sobresalir de ellos mismos, con el coraje de trazar su propio camino aceptando el error como gran compañero de viaje. 

Ojalá fuésemos capaces de reorientar el sistema educativo para centrarlo más en la persona, para ofrecer a todos las mismas oportunidades, para  acompañar siempre con afecto y confianza.

En estos días en los que muchos de nuestros alumnos o hijos se gradúan consigamos enseñarles   estas ocho lecciones de vida:

1. VIVE el AHORA para que nunca puedas arrepentirte de que el tiempo se te haya escurrido entre los dedos, sin que te pese el pasado ni te ciegue el futuro. Reinvéntate a diario, involúcrate, impacta con tu trabajo, ves siempre más allá de lo ordinario. Baila con las dificultades, comprométete con lo que sientas, sueña en grande.

2. Nunca olvides que lo importante es lo que ERES y no lo que logras hacer. Se de esos que SUMAN, que ofrecen, que merecen lo que consiguen, que viven con pasión. Da siempre rienda suelta a tu GENIALIDAD. Los resultados nunca serán fruto de la casualidad.

3. QUIÉRETE con avaricia, sonríete a diario ante el espejo, mímate. Perdona tus tropiezos, respétate, aprende a decir no. No seas un fraude contigo mismo, cumple tus promesas, reconoce tus grandezas. Escúchate con atención.

4. Sé VALIENTE y toma DECISIONES. Haz que tus metas sucedan, no sientas miedo al mirar diferente, cree en tu INSTINTO. Vuélvete un experto en aquello que te haga realmente feliz. No vivas demostrando.

5. SUEÑA GRANDE y no permitas que los otros te presten sus sueños. Dibuja tu propio mapa, haz sin dejar dudas, conviértete en un inconformista, sé lo que realmente deseas. Crea oportunidades

6. Trabaja con tus MIEDOS a diario, falla útilmente, ponle nombre a los monstruos que te atormentan. Acepta tu vulnerabilidad, aprende a caminar por la cuerda floja, ponle compás a la incertidumbre.

7. Recuerda siempre que lo importante no es lo que nos pasa sino la ACTITUD con la que nos enfrentamos a ello. Enfoca correctamente, vive en equilibrio, identifica y pausa tus emociones, se HONESTO.

8. Ríe con EXCESO, salta los márgenes, ama tu caos, prueba sin miedo. Sé agradecido, consciente de lo mucho que ya tienes. No te mientas ni postergues.

PELEA a diario por aquello que te HAGA FELIZ.

diumenge, 2 de juny del 2019

EL PODER EDUCATIVO DEL QUERER

Hemos olvidado el poder de los abrazos, de los besos, de las miradas. El lenguaje de las emociones que hablan desde el corazón, ese que explica todo lo que nos corre por dentro. Ese idioma que mima, que protege, que crea vínculos.  Que regala oportunidades, que motiva, que nos ayuda a querernos. Que construye puentes, que curan heridas, que regalan oportunidades.

Educamos con pocas muestras de cariño, de amor, sin ser conscientes de la facultad que tiene el afecto a la hora de educar. Buscamos metodologías innovadoras que nos acerquen a un mejor rendimiento académico olvidando cuidar la emoción, el apego, las muestras de afecto. Hemos llenado nuestros hogares y aulas de tecnología capaz de conectarnos con cualquier punto del mundo pero que nos aleja estrepitosamente de las personas que tenemos justo al lado. 

Creo que en la educación FALTAN abrazos que arropen, miradas que contagien esperanza, besos que acaricien el alma. Muestras de amor que creen compromisos, que  faciliten la comunicación afectiva, el sentimiento de empatía, la comprensión. Gestos que diseñen caminos, muestras de amor que fortalezcan el desarrollo, que contagien ternura. Palabras que recuerden a diario a nuestros pequeños que estamos a su lado de forma incondicional.

Eduquemos con BESOS que regalen consuelo, que cicatricen heridas, que acaricien las penas con suavidad. Envueltos en risas y carcajadas que ayuden a llevar mejor los malos tragos, que guarden secretos o pidan perdón. Repletos de confidencias, de secretos, de motivos.

EDUQUEMOS con ABRAZOS que se amolden a todos los cuerpos, que acompañen silencios, que inyecten energía. Que rescaten esperanza, ahuyenten al miedo y abriguen sentimientos. Que transmitan calma, que reinicien por dentro. Abrazos que carguen de optimismo, contagien razones, que guarden secretos.

EDUQUEMOS con MIRADAS que provoquen ternura, roben sonrisas y ericen la piel. Que entiendan los tropiezos,  sanen heridas y  animen a asumir nuevos retos. Miradas que pidan disculpas o den las gracias.

EDUQUEMOS con PALABRAS que espanten fantasmas, que acerquen distancias, que nos hagan poderosos. Exentas de reproches, de etiquetas, de por qués. Que estrechen amistades, que perdonen las salidas de tono,  que apaciguan la rabia. Palabras llenas de energía, de soluciones, de refugio.

Ojalá aprendamos a creer en el PODER de las palabras, los abrazos, las miradas y los besos que tanto nos reconfortan.