Sònia

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diumenge, 11 de març del 2018

QUIERO

Quiero creer en los sueños gigantes, en los imposibles, arriesgar con valentía, vibrar por dentro. 

Quiero abrazos que rompan el miedo, que ayuden a olvidar los malentendidos, que regalen oportunidades, que curen heridas.

Quiero besos que sean hogar, que me llenen de ternura, que sean infinitos y tengan sabor a sal.

Quiero tropiezos con sentido, naufragios que me aleccionen, sentir que nunca es tarde para volver a empezar de cero.

Quiero lloros comprendidos que limpien tristezas, que sanen heridas, que eliminen tormentas, que mitiguen la rabia.

Quiero palabras sencillas, felices y entusias, rebosantes de coherencia, que recompongan el alma, que añadan motivos.

Quiero vivir sin miedo, reír sin medida, amar sin prejuicios, tener aliento. Potenciar mi talento, aceptar mis imperfecciones, trabajar sin perder el aliento.

Quiero magia que me sorprenda, dominar mi ego, aprender de mis errores, pedir perdón sin sonrojos. 

Quiero elegir mi mapa, brindar por mis intentos, inventar planes, exprimir el tiempo.

Quiero coraje para tomar decisiones, romper esquemas, diseñar opciones, obedecer a mi intuición.

Quiero ilusiones compartidas, casualidades inventadas, sinergias que multipliquen los efectos, que regalen asombros, que creen conexiones.

Quiero miradas que hablen con dulzura, que arropen inseguridades, que rebosen sentimientos, que contagien complicidad.

Quiero silencios que protejan, que respeten diferencias, que susurren al oído , que calmen frustración.

Quiero quedarme con quien me provoque carcajadas, que me quiera sin excusas, que comprenda mis manías y me ayude a ser mejor. Que me enseñen a mirar con otros ojos, que no prometan en balde, que me hagan sentir libre.

Quiero dejar de juzgarme, de intentar agradar siempre, de callarme lo que pienso. Plantar cara a mis fantasmas, acabar con mis complejos, ser capaz de regalarle una sonrisa al espejo, querer mi imperfección.

Quiero gritar lo que me molesta, decir NO sin titubeos, seguir aunque sienta miedo. Comprometerme con lo que digo, controlar el tiempo, romper con todo lo que me limita.

Quiero deseos cumplidos, metas conquistadas, retos superados. Quiero fabricar recuerdos para toda la vida.

diumenge, 12 de novembre del 2017

EL ARTE DE VIVIR

Nos empeñamos a malgastar nuestros días mostrándonos torpes o cobardes a la hora de vivir. Olvidamos nuestro compromiso al dejar pasar casi a diario el tren de nuestros sueños por falta de valor o ganas de intentarlo. Permitimos que se difuminen nuestras ilusiones entre pretextos, postergando a que llegue el momento perfecto. A menudo deseamos que la vida nos regale lo que necesitamos sin estar dispuestos a salir a buscarlo, mostrándonos inmóviles cuando las cosas se complican. Se nos pasa la vida sin vivirla.

La vida no es algo que funcione de manera matemática, que responda a ninguna ecuación. Tampoco creo sea el azar, las rachas de buena suerte o la proveniencia quien determinen nuestro destino. Son nuestras decisiones las que nos ponen en la casilla que merecemos.

A vivir se aprende, hay que echarle ganas. La vida te pide cuentas a diario así que más vale exprimirla con garra. La suerte aparecerá en función de lo que estemos dispuestos a pelear, arriesgar y trabajar. 

Vivir es aprender a gestionar nuestras circunstancias, dejar de lamentar lo que nos falta, perseguir lo que deseas. Gozar sin motivo, agradecer el presente, mirar la vida sin complejos, sin acentuar lo negativo.

Reconstruirse cada vez que sea necesario, sabiendo lo que merecemos, sintiendo sin miedo.

A veces hay que hacerlo mal para aprender. Vivir también es atreverse a fallar, decepcionar, romper con lo que otros piensan. Jugársela sin reservas, sin encogerse. Inyectando la adrenalina necesaria para no tener que vivir de alquiler, sin esconderse, sin tregua. Conjugando verbos prohibidos, eliminando el condicional de nuestras acciones, creando nuevos moldes.

Vivir sin estar al servicio de los resultados, sin esperar recompensas. Sintiéndonos inmensos, creyendo en lo que nos palmita por dentro, desarrollando nuestro potencial. Aceptando nuestras miserias, defectos, los bandazos del destino. Estando dispuestos a navegar sin mapas, sin miedo a romper rutinas, excediéndonos en lo que nos produce la sonrisa.

Arriesgando, siendo contundentes con lo que realmente deseamos, flirteando con la ventura, aprendiendo de los mejores. Reseteando las veces que sean necesarias, sin discutir con quien no tiene ganas de escucharte, creyendo en los impulsos.

Ojalá nunca olvidemos que con los pies en la tierra no se puede soñar.

diumenge, 29 d’octubre del 2017

¿TÚ CREES EN LA CASUALIDAD?

- Mamá, ¿tú crees en las coincidencias?

- Creo más en que todo tiene una causa.

- ¿Aunque a veces  las cosas parezcan que pasen por arte de magia?

- Yo pienso que todo pasa gracias a nuestra intención.

- Entonces, ¿no crees en la suerte? 

- Creo que son nuestras acciones las que dibujan el destino.

Creo en las casualidades buscadas, los tropiezos inesperados, los momentos complicados, los cambios bruscos de rumbo. Esos que desequilibran y rasgan nuestra alma, que desnudan nuestro espíritu. Creo en las oportunidades perdidas, los fallos que avergüenzan, los errores repetidos que piden a gritos nuestra atención. En las personas que se cruzan en tu vida para mejorarla, los silencios que explican y la magia de las estrellas. En las curvas del camino, las sonrisas provocadas, las señales del destino.

En las interferencias que aparecen en nuestra vida, las canciones que ponen letra a lo que sentimos, en los poemas que roban suspiros. Creo en las conexiones imposibles que acaban triunfando, las cosas que fluyen sin garrea, los enlaces disruptivos.

En los reveses que desnivelan, las decisiones equivocadas, los días con niebla. En el futuro incierto que cada uno dibuja, el miedo contenido, la libertad luchada, las decisiones en primera persona.

En los triunfos que no fuerzas, la intuición desbocada, en exponer abiertamente lo que deseas. En los homenajes improvisados, las oportunidades ganadas a pulso, los fantasmas que aleccionan.

En el pasado doloroso que instruye, las distancias que unen, los sacrificios sigilosos, las reflexiones bajo la luna. En los pasos que atraen la fortuna, el susurro que alienta, los faroles que dan tiempo.

En las ecuaciones que encuentran su incógnita, la suma de un todo, los milagros que crean. En las esencias que calan por dentro, el zarandeo que espabila, las cartas cifradas y los pensamientos arriesgados. En las pistas confusas, las conexiones eléctricas, los rechazos que enseñan y en el emprender con locura.

Creo en la brújula del compromiso, en que fluyan los sentidos, en los accidentes que cambian la mirada. En las mentiras piadosas, en las combinaciones imposibles, las caídas con encargo, las risas entrelazadas,  En los talentos ocultos que pocos captan, las heridas que sanan, las horas robadas que dan tregua.

Creo en los días sin desconfianzas, sin absurdas excusas, sin tareas postergadas. Sin aferrarnos a lo que nunca ha funcionado, sin vivir lamentando, consiguiendo que las cosas pasen.

Hijo, creo en que la vida te responde en función de lo que estés dispuesto a arriesgar.

dimecres, 30 d’agost del 2017

CUANDO NADA SALE COMO ESPERAS

- No es justo que me pase a mi.

- En muchas ocasiones no podemos elegir lo que nos pasa.

- Entonces ¿vivimos siempre en la incertidumbre?

- Prefiero creer que estamos en manos de nuestro destino.

- ¿Y cómo podemos protegernos de él?

- ¿No sería mejor convertirnos en su mejor aliado?

Hay momentos de la vida que nada pasa como esperas, que parece que todo se deshilacha sin poder cortar la madeja. Días donde el miedo invade sin sentido nuestra alma, tiñe de gris nuestra forma de mirar el horizonte y nuestros planes se nos escurren entre los dedos. Esos instantes donde dejas de estar enamorado de lo que te pasa porque te sientes atrapado en el desaliento, al margen de todo.Y te das cuenta que quizás no eres quien pensabas o que llevas tiempo perdido en mapas ajenos.

Esas situaciones en las que la realidad te recuerda que no eres invencible y arrancan tu peor versión. Y te sientes roto, vacío, desorientado. Muriendo en cada instante que desperdicias, creando escudos que te alejan de aquello que realmente te hace sonreír. Y te conviertes en un auténtico maestro de maldecir tu suerte y nada te parece interesante.

Por suerte la experiencia te enseña que a menudo los mejores comienzos aparecen tras los peores finales. Esos momentos en los que has decidido tirar la toalla pero algo o alguien te ofrece un poco de luz, como si de un tsunami se tratase, poniendo patas arriba todo lo de tu alrededor. Ese instante en el que empiezas a ver con claridad la encrucijada y el destino marca un cambio de ritmo, todo empieza a acelerar. Y vuelves a sentir la necesidad de acercarte sin tanto pudor a lo que deseas recordando la necesidad de mirar al miedo sin evitarlo, sin disfrazarlo, sin excusarlo. 

Y sientes de verdad que vivir implica generar oportunidades, la necesidad de ser honesto con lo que tu alma siente y hacer lo que el corazón te dicta. Resolver tus fantasmas con contundencia, desafiarte a diario con disciplina y determinación.  Sin dudar de ti, de tus ganas de hacerlo, de tu capacidad para lograrlo. Queriendo tus dudas, tus imperfecciones, tu nueva forma de leer la vida. Superando lo que te paraliza, dispuesto a aprender a mirar diferente, cambiando de actitud, sin dejar que las inseguridades te hagan ir más lento.

Deshaciendo nudos, reajustado la brújula, hackeando cada milímetro de tus titubeos. Rediseñando cada uno de tus proyectos, de tus sentimientos, de tu manera de decidir. Perdonando a los que no estuvieron a tu altura, dejando de lamentar las ocasiones perdidas, sin renunciar a ser verdaderamente tú.

Ese día en el decides vivir despierto, seguir trazando puentes, liderar con pulso. Tendiendo la mano a la incertidumbre, aceptando lo imprevisible, con flexibilidad y coraje. Deseando vivir en continua transformación, siendo consciente que todo volverá a balancearse con la diferencia que ya sabes donde agarrarte.

Hijo,  lo mejor que podemos hacer es decidir vivir con mayúsculas, con firmeza,  con el objetivo de conseguir la autenticidad de ser uno mismo.

dilluns, 29 de maig del 2017

VIVE A FUEGO

- ¿Qué es la mejor de la vida para ti?

- Que cada amanecer nos regale una nueva oportunidad.

- Pero a veces no nos da lo que esperamos.

- Esos días están repletos de los mejores aprendizajes.

- ¿Y cómo podemos saber si nuestras decisiones nos van a hacer feliz?

- Siendo conscientes de lo que realmente necesitamos.

De pequeña me obsesionaba saber que pasaría al día siguiente, necesitaba tenerlo todo controlado, la incertidumbre me daba pánico. Sin embargo, el paso del tiempo me ha enseñado que lo que hace realmente la vida emocionante es que cada uno decide cómo quiere que sea su mapa. Lo mejor de esta vida es que acaba teniendo el sentido que le quieras dar, nosotros elegimos el color a lo que hacemos, odiamos o deseamos. Sentir que sólo yo puedo conducir mis días, decidir la dirección de mis pasos, me hace sentir inmensamente libre. Únicamente yo decido que necesito para ser feliz.

Lo que da sentido a nuestros días es lo que sentimos y no lo que logramos tener. La vida se esculpe a diario, con paciencia y tesón. Sin excusas ni demoras, con pasión y ganas de apostar fuerte. Siendo conscientes que siempre seremos el mejor de nuestros proyectos y que nunca es tarde para atreverse, para empezar de nuevo, para apostar.

Aprender a vivir sin demostrar, sin necesidad de que aplaudan nuestros éxitos, que reconozcan nuestros esfuerzos, es uno de los pilares para conseguir sonreír a diario. Sin justificaciones ni evasivas miedosas, matando a diario nuestros demonios y nuestras sombras, creyendo en nuestros sueños. Teniendo muy presente que merecemos lo mejor y eliminando los autoengaños, los complejos, las creencias limitantes a nuestros proyectos. Aprendiendo a aceptar sin filtros, a dejar ir, a querer con grandiosidad.

Vivir es decidir, elegir tu ruta aunque los otros no la entiendan, querer amar sin tamiz, ser osado. Buscar la mejor versión de uno mismo sin aparentar, sin necesidad de adaptarnos al molde que los otros imponen, comprometiéndonos a diario, sin miedo a soñar grande.

Vivir es aspirar a ser una persona que merezca la pena conocer, que sepa decir no como mejor forma de respetarse, que ayude únicamente a sumar. Que crea en su propia locura, que sienta que merece todo lo bueno que consigue, que esté dispuesta en invertir en su potencial y buscar su excelencia. Que falle útilmente, que consiga dedicarse a algo del cual nunca quiera jubilarse.

Vivir es no acomodarse a esperar el momento, es hacer aquello que jamás creíste que serias capaz. Es arañar cada instante,  sin esconderte, sin que los demás te hagan pequeño, sin negociar tus necesidades. Es ejercer de ti mismo peleando a diario, mimándote ante el espejo, sin vergüenza ni reproches, con ganas de provocar lo mejor de ti. Agradeciendo las oportunidades, marcando tu propia diferencia, creando las mejores estrategias, desaprendiendo a cada instante.

Hijo vive a diario como si fuese tu última oportunidad, aprendiendo cosas que te hagan accelerar el corazón, relativizando lo que no es importante,  mirarando con confianza, siendo lo que dibujas.

dimarts, 7 de març del 2017

PARA PODER SEGUIR A VECES HAY QUE EMPEZAR DE NUEVO

- Hoy es el peor día de mi vida.

- ¿Tan malo ha sido? Estoy convencida que algo positivo podrás sacar de él.

- Nada ha salido como esperaba.

- A veces que hay que fallar bien grande para volver a empezar con más impulso.

- ¿Y eso cómo se hace?

- Teniendo mucho valor.

Todos vivimos momentos en los que todo se desmorona, en el que te rompes por dentro. Ese día en el que parece que todo el esfuerzo que has realizado no ha servido para nada, en el que sientes que has perdido la batalla. Ese instante en el que no puedes más, en el que bajas los brazos y dejas que te lleve la corriente. Un golpe que nos deja fuera de servicio, sin aliento.

Todos deberíamos vivir a menudo un tropiezo que nos obligue a empezar de cero, que haga replantearnos nuestra existencia. Que nos recuerde lo vulnerable que es la vida, que nos zarandé bien fuerte el alma, que nos saque de nuestra zona de confort. La experiencia te enseña que es justo ese instante en el que más vas crecer, en el que te vas a hacer mucho más grande. Esa situación que sirve de revulsivo, que te transforma con arañazos, que te exige romper con todo. Que te permite empezar a narrar tu vida de nuevo.

Ese momento en el que eres consciente que lo que estabas buscando no es lo que realmente querías. Que te anuncia que ha llegado el día de empezar a vivir sin condiciones ni reservas, sin excusas. En el que aprendes a mirar tus cicatrices con cariño y te das cuenta de lo valiente que puedes llegar a ser. Ese día en el que te llenas de fuerza y decides ir más allá, en el que no sientes pudor por estar tan cerca del precipicio.

Ese amanecer donde decides sobresalir de ti mismo, sin engaños ni reproches. Donde te comprometes con tus sueños a fuego, sin miedo a los errores, sin querer huir de tu vida, sin permitirte malgastar más el tiempo. Ese día en el que recoges el ancla de las justificaciones y dejas de culpar a los otros de todo lo que te pasa.

Ese en el que estás dispuesto a mostrarte indulgente con la lógica, con el conformismo y te atreves a vivir con coraje. Ese donde ya no te aterroriza arriesgarte y aceptas estar incómodo con el fin de llegar a tu destino.

Ese en el que ya no necesitas que todo encaje,  tenerlo todo bajo control. En el que estás dispuesto a aprender nuevas habilidades, a buscar nuevos aliados, nuevas formas de hacer las cosas. En el que cierras la carpeta de tareas pendientes y te das cuenta que por primera vez sabes lo que quieres. Ese en el que ya no necesitas que nadie defienda tus proyectos o que apruebe tus decisiones, que crea en tus sueños.

En el que te sientes cómodo con tu rareza, con tus ganas de crear ocasiones y te llenas de energía para volver a intentar empezar algo grande. Ese momento que vuelve a robarte la sonrisa, la ilusión. Que pone de nuevo pasión a  tu vida, que saca tu excelencia. Ese en el que logras liberarte de lo que te limita y te aferras únicamente a lo que suma.

Hijo, ojalá vivas muchos de esos momentos, esos en los que te das cuenta que sólo importa el aquí y el ahora, sin olvidar que todo lo bueno empieza dentro de uno mismo.

dimarts, 20 de desembre del 2016

QUIZÁS MAÑANA SEA TARDE

- Ya lo haré cuando tenga 12 años.

- Es una pena que no te atrevas a intentarlo.

- No me va a salir.

- Postergar nunca es una buena solución.

-¿Y tú qué haces cuando vas a intentar una cosa y sabes que es muy probable que no te salga bien?

- Pensar que ese es el mejor momento para probarlo.

- ¿Aunque sepas que será un fracaso?

- Quien trabaja por sus sueños siempre es un ganador.

El paso de los años te enseña que el mundo es de aquellas personas que son capaces de jugársela, que están dispuestos a entrenarse a diario para ser feliz. De aquellos que se atreven a soñar grande, a arriesgar a doble o nada, a apostar a fuego por lo que creen. Personas intrépidas que actúan y no postergan, que no se escudan en excusas o se hacen pequeños ante la adversidad. Aquellos que aman sus sueños, que se comprometen a diario, que no dejan de caminar. Esos que no se esconden, ni esperan un golpe de suerte para empezar a construir.

Aquellos sujetos que deciden sin esperar la aprobación de los demás, que silencian las críticas con actos, que no necesitan ser elegidos para creer en su trabajo, para empezar a crear. Aquellos que se atreven a dar el primer paso aunque no sepan muy bien donde les va a llevar, esa primera pisada que te saca de donde estás y te abre mil y un camino por descubrir.

Aquellos que aprenden a simplificar, relativizar, a enfocar únicamente hacia lo que es importante. Esos que saben renunciar, que no se atan a causas imposibles, que no se aferran a aquello que les contamina. Individuos que están dispuestos a dar la vuelta a todo, a poner punto y a parte a todo lo que no merezca la pena, a colocar todo patas arriba si no se encuentran satisfechos. Sin pereza ni pausa, sin inventar pretextos, sin buscar culpables.

Personas que atacan las dudas, que eliminan los esfuerzos a media, que emprenden, que pierden el control cuando merece la pena. Los ambiciosos, los inconformistas, que aprenden a desobedecer a los cobardes, a saltar límites, que viven con coraje. Aquellos que buscan lo que les hace diferente, que invierten todo lo que tienen en sus utopías. Que no desean ser lo esperado, que dejan ir lo que les intoxica, que aceptan que hay cosas que no cambiaran.

Aquellos que saben remover bien adentro aunque les asuste, les duela, les ponga al revés. Sujetos que están preparados a tirar del hilo hasta llegar al final, a perseguir preguntas, a tentar el futuro. Esos que prueban mil y una estrategia, que saltan charcos, que son auténticos, que nunca se quedan con las ganas de volver a empezar.

Esas personas que hacen únicamente lo que les emociona, que no traicionan lo que sienten, que no se cansan de buscar nuevas oportunidades. Que creen que equivocarse es una maravillosa forma de aprender, que el error les motiva, que la duda no les paraliza. Aquellos que se hablan con respeto, que se quieren mucho, que tienen ganas infinitas de vivir. Esos que piden ayuda cuando lo necesitan o un abrazo cuando las cosas se empiezan a torcer.

Hijo, nunca olvides que sólo los valientes consiguen lo que quieren. Hoy siempre es el mejor momento para intentarlo, quizás mañana sea demasiado tarde.

dimarts, 1 de novembre del 2016

EXPRIME EL TIEMPO

- Mamá, ¿a ti te preocupa lo que puede pasar mañana?

- No demasiado.

- ¿Y si no pasa lo que tú esperas?

- Intentaré adaptarme a lo que llegue.

- ¿Y no te gustaría poder controlar el tiempo?

-  La vida perdería toda su espontaneidad.

- Ya, pero así  pasaría únicamente lo que deseamos.

- ¿Sabes qué? lo mejor que podemos hacer es dedicar toda nuestra energía a aprender a disfrutarlo.

El tiempo es nuestra mercancía más preciada, nuestro mejor valor, aquello que nos iguala. Da igual el éxito del que disfrutemos, el dinero que tengamos en nuestra cuenta corriente o nuestra posición social. Sea cual sean nuestras raíces, se detiene a la misma velocidad. Puede desaparecer en milésimas de segundo y es entonces cuando nos hacemos diestros en lamentar.

Nuestra torpeza a menudo hace que se nos escurra entre los dedos como el agua de un manantial, que se nos escape a diario con brutal estupidez. Un compañero de viaje al cual valoramos únicamente cuando algo está a punto de arrebatárnoslo, cuando lo que sucede nos pone contra las cuerdas, nos acerca al acantilado. Somos verdaderos expertos a la hora de malgastarlo, en perder cartuchos que no volverán a recargarse, en dejar pasar el tren siendo muy conscientes que no volverá.

Deberíamos aprender a concentrarnos en nuestras prioridades, en invertir toda nuestra energía en aquello que nos hace realmente feliz. En planificar y definir qué es lo realmente importante, priorizando los compromisos con uno mismo. Siendo leales a nuestras corazonadas, eliminando lo que nos resta, aquello que se lleva nuestro entusiasmo.

Aprendamos a decir NO, a descartar dudas o titubeos porque los otros no lo ven claro, a intentar dar explicaciones de todo lo que nos mueve por dentro. A llenar de excitación todo lo que tenemos entre manos, a soñar grande. Démosle la espalda al fracaso con el trabajo como mejor aliado, invirtiendo cada minuto en mejorar, a vibrar con cada uno de nuestros proyectos. Forcémonos a hacer cosas nuevas, a picar nuevas puertas sin miedo al rechazo, aunque nuestra zona de confort nos recuerde el riesgo.

Vivamos sin relegar ningún deseo, dominando cada segundo, pintando con nuestro propio color el camino. Sin mapas que nos encadenen, confiando en el instinto, seleccionando los mejores compañeros para nuestro viaje. Aprendamos a no guardar nada por si todo cambia, a vivir el presente sin peros ni excusas, saboreando cada regalo que la vida nos ofrece a diario. Sintamos esos pequeños detalles que erizan nuestra piel, que le dan sentido a todo lo que hacemos, que nos empujan a seguir dando pasos.

Aprendamos a aflojar el ritmo, a dar las gracias, a centrarnos en lo que tenemos y no en lo que anhelamos. A dedicar todo nuestro esfuerzo a cultivar el alma, a dejarnos sorprender por la incertidumbre, a hacer aquello que los otros no se atreven. A no vivir la vida de otra persona, a no permitir que se apoderen de él sin permiso o lo llenen de distracciones banales, excusas o pleitos.

Escuchemos al alma cuando nos diga que no quiere detenerse, a hacer cosas que nos embelesan, a jugar correctamente nuestras cartas para que no llegue un día que debamos lamentarlo.

Hijo, somos un instante en el tiempo pero nunca olvides que nuestro impacto es para siempre.


dilluns, 3 d’octubre del 2016

HIJO, LIDERA TU VIDA

- ¿Tú siempre sabes lo que quieres?

- A veces no.

- ¿Y cómo decides hacia dónde ir?

- Atreviéndome a probar.

- ¿Y no te da miedo tomar el camino equivocado?

- No, lo único que me preocupa es no ponerme a caminar.

- ¿Y si a los otros no les gusta lo que has decidido?

- Tú debes ser el único encargado de dibujar tus sueños, los demás sólo deben decidir si quieren o no acompañarte en el camino.

No hemos sido educados para decidir. Perdemos infinidad de tiempo dudando, sintiendo pudor a la hora de tomar decisiones, postergando. Evitamos tambalearnos por miedo a perder el equilibrio, relegando lo importante para mañana. Todo debe ser perfecto, estar controlado, ser entendible. Agotamos gran parte de nuestra energía esperando aprobaciones,  mostrándonos incapaces de diseñar cómo queremos que sea nuestra vida por miedo al fracaso, por sentir que nunca es el momento adecuado, por esperar el momento perfecto. Los momentos de transición nos llenan de pánico.

Nuestra incapacidad de liderar nos mantiene estáticos, nos paraliza, nos mata poco a poco. Nos hemos acostumbrado a vivir en blanco y negro, rechazando la incertidumbre. En los momentos importantes nos mostramos incapaces de dar el primer paso, aquel que nos acerca al abismo pero que a la vez es el único capaz de sacarnos de nuestro letargo. Esa decisión que nos obliga a actuar, a tomar decisiones, a innovar.

En las escuelas debería existir una materia que nos enseñase a liderar, a capitanear nuestras vidas. Deberían educarnos en la valentía, en apostar por lo que te llena de verdad, en la determinación. Enseñarnos a no creer en las autojustificaciones que nos privan de dar el salto, en las excusas que otros inventaron. A priorizar con calma y reflexión, a decidir cuales son nuestras preferencias, a descartar las rutinas que nos matan poco a poco, a eliminar los miedos impuestos.

Ojalá seamos capaces de educar a nuestros pequeños a ser curiosos, a elaborar sus propias instrucciones, rediseñado los mapas siempre que sea necesario, siendo los únicos protagonistas de su aventura. A buscar nuevas  formas de hacer, sentir, pensar y emocionar con coraje, sin miedo a la autocrítica, al error. Aprendiendo a ser permeables, flexibles, creativos y adaptables.

Priorizando las preguntas ante las respuestas, escuchando a los valientes, transformando la emoción en acción. Dejando atrás las viejas costumbres, la pereza, los prejuicios. Estando dispuestos a dar soluciones, ofrecer ayuda, a confiar aunque los otros no lo hagan.

Tocará tener paciencia, mostrar confianza ante lo desconocido, ser consecuente con nuestras elecciones. Aprender a escuchar al alma cuando te desafía, entrenar nuestras fortalezas, mejorar las debilidades. Liderar supondrá hacer cosas que cuenten, que nos hagan sentir vivos, entregarse sin excusas. 

Hijo nunca olvides que a la hora de liderar lo importante no es estar preparado sino dispuesto.

dilluns, 9 de maig del 2016

HIJO, NO TENGAS PRISA

- No tengas tanta prisa por acabar.

- Si lo hago rápidamente me dará tiempo a hacer más cosas.

- Quizás,  pero estás olvidando lo más importante, disfrutar del momento.

- Tienes razón mamá.

- Cuando no gozamos o aprendemos haciendo algo es cuando realmente perdemos el tiempo.

-  De mayor inventaré una máquina que sea capaz de detenerlo.

- ¿Y qué harás con ese tiempo?

- Ver anochecer sin miedo a que desaparezca el sol.

Vivimos siempre con prisas, con la sensación que nunca llegamos. No hay tiempo que perder, todo es rápido, apresurado, acelerado.  Una velocidad que en ocasiones no controlamos, que nos arrastra a hacer cosas por pura inercia, donde lo urgente nos limita. Corremos para ganarle tiempo al tiempo cometiendo la estupidez de perderlo. Días, horas, instantes irrecuperables que no hemos sabido exprimir. Invertimos toda nuestra energía en lo próximo que llegará, ignorando que lo importante es lo que tenemos justo entre las manos.

Días de intentos, de obligaciones, de largas listas por hacer, de creer poder con todo. Donde prima la cantidad, la inquietud por lo que llegará, la culpabilidad por no estar, el desear hacer aún más. Atropellados por la inmediatez, las ganas de conseguir, de demostrar. No hay espacio para la improvisación, para perderse y sentir, para valorar. Vamos tan deprisa que sólo sobrevivimos.

Prisa por crecer, por llegar, por marchar, por madurar, poco tiempo para vibrar. Apremio por cumplir cada uno de nuestros sueños sin importarnos si realmente los gozamos, olvidando que lo que realmente nos hace feliz es el camino. Deseos de explicar metas obviando si hemos sonreído.


Tememos perder el control, hacer lo que realmente nos hace crecer. No hay holgura para hallarse, notarse, estar. Para que se nos erice la piel, para gozar de cada paso, de cada suspiro, de cada detalle. No hay tiempo para susurrar al oído, para bailar pausado, para sentir el latido.

Olvidamos que el tiempo es lo único que realmente nos pertenece, aquello que nos iguala, nuestro más valioso capital. Ese oro negro que malgastamos sin sentido, aquel que puede convertirse en el mejor juez para sentenciar que todo es finito, condenando la torpeza con el peor de los castigos. Lo único que nos diferencia de los demás es lo que hacemos con él, nuestra capacidad para estrujarlo, macerarlo o comprimirlo.

Aprendamos a que justo ahora es el momento, antes que la vida nos prive de él. Tracemos el mejor plan, de manera explícita y valiente, delegando todo aquello que no sea realmente ineludible. Conjuguemos nuestro presente como nuestro único propósito, demos la mano a la inseguridad, al riesgo, a la ventura. Vivamos como si fuese el último amanecer, riamos sin miedo al que dirán, compartámoslo únicamente con los que quieran aportar. Obliguémonos a asombrarnos a diario, a gozar a pleno rendimiento, a romper la rigidez, a gestionar la incertidumbre. A perder el miedo a la desconocido, al cambio, a salir de nuestra zona de confort. Cambiemos la comodidad por un corazón a máxima pulsaciones, por la velocidad, por la ocurrencia.

Olvidemos los objetivos a largo plazo, las planificaciones a dos navidades vista, no esperemos que los astros se alineen a nuestro favor. Enfoquemos, mitiguemos los ladrones del placer, entendamos que el éxito está justo detrás del riesgo, del salto al vacío, de seguir aunque seas el único que crea que saldrá bien. Demos la mano a los imposibles si es eso lo que te hace vibrar. Saquemos el máximo partido a nuestra existencia, creamos en la disrupción, en nuestras utopías, sacudamos con nuestro trabajo, provoquemos ilusión. Aprovechemos cada milésima de segundo sólo en aquello que nos hace conmover.

Seamos el mejor modelo para nuestros pequeños en demostrar que el futuro es ahora sin importarnos el mañana, que la esencia es este preciso momento. Hijo la vida no se elige, se vive.