“Eres la peor madre del mundo” gritaba Pol mientras daba un portazo y se
encerraba en la habitación. No recuerdo muy bien el motivo de su queja pero si
su enfado, decepción y rabia contenida.
La bomba había
estallado porque no había respetado uno de los límites marcados en casa y me
comparaba con algunas madres permisivas de sus amigos. Para no perder los
estribos, intentaba reírme de mi misma imaginándome convertida en un feroz
demonio.
Con sus 9 añitos me
recriminaba que no le dejase hacer aquello que otros podían hacer sin problemas
ni consecuencias. ¿Cómo le explico que lo hago por su bien?
Pienso que la titánica
tarea de ser padres arroja muchos desafíos pero, sin lugar a dudas, uno de los
importantes es el tema de los límites. Poner límites y hacer cumplirlos
significa muchas veces tener conflictos. Intento solucionar los conflictos de
forma positiva procurando no ser ni permisiva ni autoritaria pero ¡qué difícil lograr
un equilibrio!
Evito caer en las
amenazas que luego no cumpliré, en el chantaje emocional o en la exageración de
mis emociones, pero debo confesar, que a veces las circunstancias me hacen caer
en ellos.
Los niños felices
necesitan sentirse seguros y protegidos y para ello requieren límites y normas
claras. Si no se convertirán en niños insatisfechos, tiranos, que reclaman constantemente
nuestra atención y con importantes dificultades para vivir en sociedad.
Los límites son indispensables
para que nuestros pequeños logren alcanzar la madurez y la felicidad. Los
límites no pueden depender de nuestro estado de ánimo. El secreto es marcarlos
mediante una disciplina eficaz, de forma coherente y con firmeza.
Los límites deben ser
explicados con claridad, firmeza y objetividad.
Deben ser concretos y debemos asegurarnos que son entendidos. Al ser
cumplidos, debemos realizar un refuerzo positivo felicitando los
comportamientos correctos. Un buen achuchón o un besazo les llenarán de
orgullo.
Tras un rato de
tranquilidad en su habitación y una distendida charla sobre el tema, Pol ha
entendido la necesidad de no saltarse los límites. Acabar viendo la tele juntos
y cerrar el día con tranquilidad ha sido todo un regalo.
Mañana habrá que
volver a cargar las baterías al máximo.
Me ha gustado mucho : Los niños felices necesitan sentirse seguros y protegidos y para ello requieren límites y normas claras. Si no se convertirán en niños insatisfechos, tiranos, que reclaman constantemente nuestra atención y con importantes dificultades para vivir en sociedad.
ResponEliminaPero que difícil es!!
Muchas gracias Mario, un abrazo
EliminaMalamadre total, vamos ;) Eres una campeona. Estoy totalmente de acuerdo contigo.
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