Sònia

Sònia

divendres, 1 d’agost del 2014

MAMÁ, DÁME LA MANO

-       - Mamá, dame la mano, me pide Pol mientras no deja de temblar.

-       - ¿Estás seguro? No tienes porqué hacerlo, estamos muy altos.

-       - Lo se pero quiero intentarlo. Tú ayúdame a dar el primer paso y luego lo haré yo solo.

No paro de mirar hacia abajo. Yo también tengo miedo a caer, quizás me equivoqué animándole a subir hasta aquí. Le miro y veo el miedo en su cara pero a la vez también su ilusión para  seguir avanzando. Le recuerdo que el arnés no dejará que caigamos. No dice ni una palabra. Cuando le pregunto si está bien asiente con la cabeza sin dejar de avanzar. Tres metros y estaremos arriba del todo. No ha dejado de temblar en ningún momento. Pol tiene pánico a las alturas. Le miro y la emoción me invade.  Hoy me ha dado una buena lección de coraje y valentía.

            Llegamos al punto más alto y el monitor le pregunta si está preparado para saltar. Soy incapaz de mirar abajo, yo también siento pánico al estar tan alta, no paran de sudarme las manos. Él asiente con la cabeza, me mira emocionado, me guiña un ojo y al saltar grita soltando todo su estrés mientras saluda a su padre que le espera abajo emocionado. Me lanzo detrás de él y al llegar nos fundimos en un larguísimo abrazo. Noto que está empapado de sudor. En ese instante me doy cuenta que crecemos juntos día a día. Le susurro al oído que estoy muy orgullosa de él.

            Preparar a nuestros hijos a superar sus miedos no es una tarea sencilla. No resulta fácil encontrar las herramientas necesarias para enseñarles a hacer frente a las situaciones adversas de la vida. Ver sufrir a un hijo no es fácil pero debemos dejarles caer para poder ofrecer la oportunidad de aprender y superar los fantasmas que aparecen en el camino.

            Intento enseñar a mis hijos el valor que tienen la constancia y el esfuerzo  cuando intentamos superar nuestros miedos.  La importancia de aprender a marcarse objetivos realistas. Evito sobreprotegerles educándoles en la autonomía, les animo a probar, a esforzarse a conseguir las cosas por ellos mismos.  Les empujo a expresar sus  desasosiegos sin vergüenza ni ridículo. Compartir nos hace más fuertes.

            Les ofrezco mi afecto, protección, tranquilidad y confianza. Alabo sus esfuerzos, valentía y decisión. Les aliento a que se desprendan de la pereza sin permitir que les paralice el miedo a fallar, que admitan el error como base del aprendizaje.


            Fue capaz de confiar en sus posibilidades, de elevar su autoestima, de poner en práctica todo lo aprendido hasta el momento. Fue grande por su convicción a no encontrar nunca su límite. Su actitud me hizo infinitamente feliz.


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