- Mamá, ¿cuántos regalos puedo pedir en mi carta a los Reyes Magos?
- No hay un máximo establecido. Te propongo que sólo pidas lo que realmente te haga ilusión.
- Mamá, ¿puedo pedir una caja de sentimientos?
- ¿Caja de sentimientos? -le respondo asombrada
- Sí mamá, una caja dónde pudiese guardar esos sentimientos que a veces me harían falta tener y, en el momento que los necesito, no los siento. Como cuando estoy triste por algo y lo que me gustaría en realidad es sonreír.
- Ummmm, sería un cofre fantástico.
- La caja también me serviría para guardar aquellas emociones que me hacen sentir mal o triste, aquellas que duelen por dentro. Aquellas que parecen que me rompan a pedacitos.
- Sería fabuloso tener una caja así. ¿Y que sentimientos te gustaría que viniesen en ella?
- Me gustaría que estuviese llena de felicidad, sorpresa y amor que es lo que más me gusta sentir. Reír y abrazar me hace sentir bien y parece que mi corazón se haga más grande, como si se me fuese a salir del pecho.
- ¿Y cuáles esconderías en el fondo de tu cofre?
- La rabia, los celos y la culpa son los que me hacen sentir peor. Me llenan de ganas de llorar, de gritar o esconderme bajo las sábanas.
- Yo de ti dibujaría una preciosa caja en tu carta, sus majestades son sabios y seguro que te harán caso.
Para mí los sentimientos son los síntomas que te alertan que aún estás vivo. Emociones que en ocasiones te reconfortan y en otras te invaden de miedo o frustración. Todo aquello que pasa a nuestro alrededor o en nuestro pensamiento provoca un carrusel de emoción.
Como madre me parece primordial educar las emociones de mis pequeños. Soy de las que pienso que la inteligencia emocional se transmite de padres a hijos, somos el mejor ejemplo. Ser consciente de lo que sentimos nos permite tomar el control de nuestra vida, combinar la razón y la emoción de forma equilibrada. Todas las emociones, tanto las positivas como las negativas, forman parte de nosotros. Aprender a identificarlas, regularlas y gestionarlas será fundamental para conseguir nuestro propio bienestar y el de los demás.
Enseñar a nuestros hijos a sentir con naturalidad, a estar presentes en el presente, en el aquí y el ahora, a verbalizar todo lo que les pasa por dentro. El miedo, la culpa, la ilusión o la alegría, forman parte de nuestras vidas. Saber gestionar las cientos de emociones que sentimos por cada poro de nuestra piel, nos permitirá tener un coeficiente emocional que nos acercará al éxito. Seremos capaces de querernos, respetarnos, gestionar conflictos y decidir de qué forma queremos afrontar nuestra existencia.
Hablar de cómo me siento, de por qué me siento así, de si nos gusta o no lo que sentimos, de plantearnos qué podemos hacer para cambiar y sentirme mejor, de disfrutar dejando fluir todas las emociones.
Crear un ambiente familiar donde se sientan amados, aceptados y respetados. Un entorno coherente, predecible, que les proteja y les exija al mismo tiempo. Conseguir que sean personas empáticas que descifren todo aquello que pase a su alrededor.
Crear un ambiente familiar donde se sientan amados, aceptados y respetados. Un entorno coherente, predecible, que les proteja y les exija al mismo tiempo. Conseguir que sean personas empáticas que descifren todo aquello que pase a su alrededor.