Sònia

Sònia

dilluns, 20 de febrer del 2017

LAS LÁGRIMAS SANAN EL ALMA

- ¿Por qué tú nunca lloras?

- Claro que lo hago.

- ¿Y por qué nunca te veo?

- A veces los adultos nos mostramos torpes al mostrar nuestros sentimientos.

- Tú siempre dices que llorar es algo bueno.

- Llorar es signo de fortaleza, de que estamos vivos por dentro.

Deberíamos llorar mucho más junto a los que queremos, sin miedo al ridículo. Llorar sin tapujos, sin pretextos, sin justificaciones. Llorar en compañía al igual que lo hacemos cuando buscamos aliados para reír. Nuestra estupidez nos hace pedir perdón cada vez que lo hacemos en público, cuando mostramos nuestro llanto ante los demás.

Nos han educado a poner resistencia a expresar, a disimular nuestros miedos, a no mostrar nuestras debilidades, nuestra fragilidad. Nos han enseñado a llorar en soledad y a reír en compañía, a mostrar únicamente nuestras victorias, nuestras mejores galas, nuestros éxitos. Llorar debilita nuestra imagen, nos hace vulnerables, incomoda. 

El llanto tiene un poder terapéutico, es un gran analségico. Las lágrimas sanan el alma, acicalan la tristeza, nos regalan nuevas oportunidades. Marcan el tempo de nuestro corazón, comunican emociones, conectan sentimientos, resetean, ponen voz a donde no llegan las palabras.

Las lágrimas calman, acarician, arropan, consuelan. Limpian el pasado, alivian, serenan. Eliminan culpas, excusas, disminuyen la rabia. Apaciguan la ira, el resentimiento. Empatizan, crean vínculos, regalan conyunturas. Algunas piden ayuda, otras dan las gracias. Las hay que regalan pausa, reflexiones, confidencias al alba. Que liberan responsabilidades, sellan promesas, hacen creer en el cambio o expresan protesta. Otras en cambio buscan comprensión, apoyo, respeto, silencio.


Lágrimas que marcan un punto de inflexión, un punto y a parte, el inicio de algo nuevo. Que empujan, que llenan vacíos, que ayudan a avanzar. Que marcan nuevos rumbos, que hacen equipo, que contagian optimismo. Que invitan a seguir intentándolo, que regalan esperanza, que buscan respuestas, que sueltan tensiones. Que te recuerdan quien eres, que te invitan a volverte a mirar con cariño ante el espejo.

Lágrimas que desafinan, amargas, que desgarran por dentro, que queman las entrañas. Que reprimen la furia, que roban el aire, que desmontan. Que maldicen la suerte, repletas de injusticia, que destrozan tu esencia.

Otras descubren personas, regalan momentos, eligen nuevos aliados, unen para siempre. Contagian pasiones, describen sueños, tienden puentes, te achuchan bien fuerte. Esas que dibujan nuevos retos, motivos para volver a empezar.

Lágrimas que despiden, que recuerdan lo mucho que hemos querido, que nos acercan a los que ya no están. Que nos recuerdan lo imprescindible que es exprimir nuestros días, que nos enseñan a querer para la eternidad.

Hijo, llora mucho, junto a los que más quieres, sin miedo al que dirán.

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