Oscar Wilde decía que: “amarse a uno mismo es el comienzo de una larga vida romántica”,
pero qué difícil es conseguir vivir sin necesitar la aprobación de los demás,
priorizando lo que realmente necesitamos, sin dudar lo que merecemos.
A menudo acostumbramos a medirnos con el
rasero más pequeño, a sentir que perdemos cuando nos comparamos con otros. Nos
convertimos torpemente en nuestro peor enemig mirando únicamente nuestras
imperfecciones. Atacamos sin tregua nuestros defectos y valoramos muy poco todo
aquello que conseguimos gracias a nuestro esfuerzo.
Des de pequeños nos enseñan a ser fuertes, a
esconder nuestras debilidades y a disfrazar nuestros miedos. A fingir nuestra
entereza, aunque estemos rotos por dentro. Nos entrenan para ser capaces de
superar todos los baches, para ser de aquellos que siempre lo consiguen. Poco
nos hablan de las veces que vamos a tocar fondo, de que el error es parte
imprescindible del aprendizaje.
Sería mucho más sencillo si desde niños nos
enseñasen a valorarnos tal y como somos.
Nos explicasen que las dificultades se convierten en magníficas oportunidades
para crecer, para transformarnos por dentro. Que nuestros conflictos,
insatisfacciones o derrotas curten el alma, que tenemos derecho a sentirnos
frágiles o confusos.
Como papás o mamás debemos saber que la AUTOESTIMA es uno de los factores claves
en el bienestar emocional de nuestros pequeños, pilar fundamental en su
desarrollo personal y social. De ella dependerá la creación de un buen auto
concepto y una adecuada respuesta emocional.
La autoestima es la valoración, percepción o juicio positivo o negativo que una persona
hace de si misma en función de la evaluación de sus pensamientos, sentimientos
y experiencias. Se construye día a día a
partir de las experiencias y las relaciones personales de confianza y estima.
Por este motivo nuestros hijos necesitan
sentirse queridos, respetados y valorados.
Somos el espejo en el que se miran a diario y por esta razón es imprescindible que les retornemos una imagen positiva, sin matices ni distorsiones. Debemos conseguir que nuestros hijos se sientan únicos, valiosos, capaces de todo.
La autoestima es una herramienta fundamental para ayudar a los niños a que sean autosuficientes,
seguros y puedan tomar sus propias decisiones. Una adecuada autoestima será
fundamental para conseguir una buena adquisición de los aprendizajes, el
establecimiento de relaciones positivas con el entorno y sobre todo la
construcción de la propia felicidad.
Lo mejor que podemos enseñarles a nuestros
hijos es a QUERERSE MUCHO. Sin
reproches, excusas, ni desprecios. A mirarse al espejo con valentía, sin
críticas despiadadas, etiquetas o justificaciones.
Un niño con buena autoestima tiende a ser seguro,
valiente y presenta una buena tolerancia a la frustración. Se siente especial,
útil, responsable, orgulloso de sí mismo y feliz. En cambio, un niño con baja
autoestima se siente inseguro de sí mismo, cree que los demás no les
aceptan y muestra dificultades para aceptar cuando fracasa.
La autoestima es un tesoro muy frágil, ¿cómo podemos ayudar a nuestros hijos a
construirla?
1- Creemos
un buen VÍNCULO, una base afectiva segura. Seamos una fuente de confort,
seguridad y protección para ellos. Consigamos que sientan que los acompañamos
sin CONDICIÓN y los queremos sin sobreprotegerlos. Démosles amor y afecto a
diario, sin relacionar el amor con los éxitos.
2. Ajustemos
nuestras EXPECTATIVAS a los hijos que tenemos y no a los que nos gustaría
tener. Aceptémosles de forma incondicional sin excusas ni reproches. No les
ahoguemos con nuestro excesivo nivel de exigencia, no deseemos hijos perfectos
sino FELICES.
3. FELICITÉMOSLOS
por todo aquello que son capaces de conseguir, valorando el esfuerzo no
solo el resultado. Reconozcamos las virtudes, valores y talentos. Hagámosles
conscientes de todas las fortalezas y capacidades que poseen. CONFIEMOS en
ellos, respetemos sus intereses, necesidades y ritmos para aprender.
4. Evitemos
EXAGERAR sus logros y aptitudes que puede tener un efecto muy
contraproducente en el equilibrio de su auto concepto.
5. Trabajemos
a diario la TOLERANCIA a la FRUSTRACIÓN, la aceptación del error como parte
esencial del aprendizaje. Enseñémosles a relativizar los fracasos, animémoslos
a tomar decisiones y resolver problemas asumiendo las consecuencias de sus
decisiones.
6. Establezcamos NORMAS y LÍMITES
claros que les ayuden a sentirse seguros. Cumplamos siempre con nuestras
promesas, seamos firmes en nuestro acompañamiento.
7. Eliminemos
las ETIQUETAS, las COMPARACIONES, los mensajes en negativo, las frases
condenatorias. Pongamos atención no sólo a lo que les decimos sino al cómo lo
hacemos. Realicemos críticas CONSTRUCTIVAS
siempre referidas a las acciones y no a la personalidad.
8. Eduquémoslos
en la cultura del AGRADECIMIENTO, enseñémosles a valorar todo lo que tienen
en sus vidas, a dar las GRACIAS. Hagámosles conscientes de sus conversaciones
interiores.
9. Animémoslos
a iniciar nuevos RETOS, a tomar la iniciativa en sus vidas, a asumir
riesgos. A apostar por ellos a fuego, a que vivan fuera de su zona de confort.
Ayudémosles a detectar y corregir sus ideas limitantes.
10. Enseñémoslos a hablarse con un lenguaje lleno de DULZURA Y RESPETO, a
mirarse al espejo sin complejos, a verse guapos con sus defectos.
11. VALIDEMOS
todas las EMOCIONES que puedan sentir. Ayudémosles a ponerle nombre y a
gestionarlas ofreciéndoles espacios para que las puedan compartir con nosotros
con clama y sin sentirse juzgados fomentando el diálogo interno.
12. Demos responsabilidades y fomentemos la
AUTONOMÍA.
13. Seamos el mejor MODELO de CONDUCTA que puedan tener, un ejemplo positivo que
arrastre a soñar grande, a sonreírle a la vida. Aceptemos nuestras propias
imperfecciones, pidamos perdón cuando sea necesario, crezcamos de la mano junto
a ellos.
14. Pasemos tiempo de CALIDAD con nuestros hijos, compartiendo momentos de
juegos, confidencias y aficiones, haciéndoles sentir que son muy importantes
para nosotros.
Consigamos que nuestros
hijos se sientan a gusto con ellos mismos porque son las personas con las que
van a pasar toda la vida.
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