Para la Asociación Española de Pediatría (AEP), un niño o niña con altas capacidades es aquel que muestra una elevada capacidad de rendimiento en las áreas intelectual, creativa y/o artística; posee capacidad de liderazgo o sobresale en áreas académicas específicas.
La identificación temprana de los niños con alta capacidad en nuestro país sigue siendo muy baja y esto provoca que muchas familias reciban el diagnóstico después de un largo periplo de visitas a diferentes profesionales alertados habitualmente porque el comportamiento de sus hijos no se asemejaba al del resto de niños de su edad. Un diagnóstico que genera en la mayoría de ocasiones miedo e incertidumbre por desconocer cómo poder ayudarlos y acompañarlos.
Tener un informe psicopedagógico que confirme la existencia de esas altas capacidades ayuda a las familias a comprender muchas actitudes y comportamientos de sus hijos. Un diagnóstico que les permite buscar una respuesta adecuada a las necesidades y fortalezas que estos presentan y evitar así posibles dificultades en el ámbito personal, escolar, social y académico. Si a estas necesidades específicas, tanto educativas como emocionales, no se les ofrece una respuesta adecuada pueden influir de forma muy negativa en su desarrollo personal y escolar.
Según La Dra. en Sociedad del Conocimiento y Acción en los Ámbitos de la Educación, la Comunicación, los Derechos y las Nuevas Tecnologías Yolanda López, nacida en Barcelona en 1975, debemos entender la alta capacidad no únicamente como una puntuación elevada del coeficiente intelectual de una persona sino como un amplio conjunto de aspectos que engloban la creatividad, el rendimiento, los aspectos emocionales, la personalidad, la motivación, el compromiso con una tarea o el esfuerzo.
Según la experta en
altas capacidades y desarrollo del talento, cuando una familia conoce que su hijo o hija es de alta capacidad suelen
reaccionar de forma muy diversas. Hay muchos progenitores que se sienten
aliviados porque por fin encuentran respuesta a la preocupación que les
generaban algunas de las necesidades y conductas de sus hijos. Un comportamiento
que en ocasiones difiere del resto de niños de la misma edad u otros hermanos.
Otras familias en cambio, dudan si deben comunicar al niño y a su entorno el
diagnóstico sintiéndose totalmente descolocadas con la noticia, presentando temor a que su hijo pueda ser rechazado
porque se le considere distinto. Habitualmente podemos encontrar también
familias en el que alguno de los progenitores o algún familiar cercano sea
de alta capacidad y el diagnóstico no les sorprenda tanto.
Pero en lo que sí coinciden todas las familias es en desear acompañar a sus hijos ofreciéndoles la ayuda necesaria para que crezcan felices y para que todas sus necesidades y capacidades queden cubiertas y desarrolladas percibiendo a su hijo como un ser especial con infinidades de posibilidades para aprender. Ayudarles a entender correctamente sus emociones, apoyar sus pasiones y mostrarse empáticos ante su forma de comprender la vida debería ser primordial en la educación de estos niños.
Según la Dra López, en ocasiones los progenitores muestran dificultades para entender y acompañar a sus hijos adecuadamente. Algunos temen que esta alta capacidad transforme a sus hijos en seres extraños y se cierren en sí mismos presentando dificultad para relacionarse con sus iguales.
Tras el diagnóstico de alta capacidad, todas las familias deberían asesorarse correctamente con un profesional en la materia para poder acercarse a la realidad de su hijo y así romper con los estereotipos y prejuicios que puedan existir en torno a ella. En ocasiones, un hijo con alta capacidad puede ser muy desestabilizador en el sistema familiar si sus necesidades afectivas no son cubiertas y debe cuidarse también la relación con los hermanos en el caso que los hubiera.
El niño típico o modelo con alta capacidad no existe porque cada niño presenta una capacidad, motivación o personalidad distinta, nos aclara la experta. Pero si que existen un compendio de rasgos o características que se repiten en muchos de ellos: suelen presentar un desarrollo disarmónico motor y cognitivo, son autodidactas y muestran buenas capacidades de comunicación, de concentración y de adquisición y uso de la información. Además, su deseo por aprender es inagotable y presentan gran intensidad y profundidad emocional. Estas características, en ocasiones, pueden provocar en ellos introversión por tener un sentimiento de incomprensión e inseguridad al no encontrar iguales con intereses similares.
Un niño con alta capacidad necesita mucho apoyo por parte de sus progenitores, que se muestren pacientes y que le acepten tal y como es. Sentir que su familia le acompaña desde el respeto y la comprensión para que así pueda desarrollar al máximo su potencial estableciendo un apego seguro. Que tengan sobre él unas expectativas correctas ante su capacidad y razonamiento y sean capaces de enseñarles a abrazar y aceptar esas cosas que les hacen únicos y especiales.
La experta nos subraya
la importancia de no pensar que los
niños con altas capacidades ya lo saben todo y no necesitan acompañamiento para
aprender. Además, también es esencial que no se piense que la mejor forma de
aprovechar o impulsar sus capacidades es exigiéndoles más o dándoles una mayor
carga académica poco significativa porque así únicamente lo que podemos
conseguir es crear aversión por el aprendizaje. No podemos olvidar que son
niños que necesitan que les ayudemos a
identificar y gestionar sus emociones por las que transitan que en
ocasiones llegan a desbordarles y a generarles ansiedad.
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